Ese episodio significó el final de la Guerra Fría y el comienzo de la integración de Europa.
El embajador alemán en Guatemala, Harald Klein, conversó por videoconferencia con Prensa Libre, en la cual habló sobre el apoyo que ha dado su país para combatir la pandemia y reflexionó, además, sobre la importancia de la fecha y las lecciones que deben recuperarse en países donde se percibe que el divisionismo ideológico es un tropiezo para el desarrollo social.
—Sobre la cooperación de Alemania a Guatemala, ¿cuál ha sido el aporte de su país para apoyar a Guatemala para combatir la pandemia?
—Estamos apoyando en varios frentes a Guatemala. Lo que ya se ha hecho, y seguiremos haciendo, con material de protección para el personal médico. Hicimos una donación a Conred y al Ministerio de Salud hace tres meses. Entregamos 25 mil kits de pruebas en una donación conjunta con la Cámara Guatemalteca-Alemana de Comercio, la Asociación Alexander von Humboldt y el Colegio Alemán.
El 4 de octubre — mañana—sale un barco de Alemania con 34 ventiladores para la capital y Huehuetenango. Estamos gestionando otros kits para la región de Huehuetenango que coordinamos con el Cardenal Álvaro Ramazzini.
Tenemos una donación al Programa Mundial de Alimentos de 800 mil euros que se entregará a Chiquimula y San Marcos para las familias más necesitadas que no han tenido ingresos. Serán como 5 mil familias las beneficiadas. Creemos que es una ayuda importante y oportuna para la región.
El 17 de octubre llegarán cuatro expertos virólogos y epidemiólogos para asesorar al Ministerio de Salud y al Laboratorio Nacional para el manejo de la pandemia. Darán capacitaciones al personal médico en la ciudad, Petén y Xela. Además, traen un número significativo de pruebas; junto a expertos locales, verificarán la posibilidad de implementar test que no requieren extracción, que sean más rápidos y fáciles de manejar y menos costosos.
—Esta semana se terminó el estado de Calamidad, ¿cuál es la lectura que hace sobre la gestión de la pandemia en Guatemala?
—Al principio, se reaccionó temprano y adecuadamente. Pero, en el transcurso de la pandemia, también ocurrió en otros países, se cometió algún error. En Alemania también pasó, las disposiciones no siempre fueron claras, se contradijeron en ciertos puntos. Pero a lo largo del tiempo, el manejo de la pandemia fue bastante aceptable.
Hay que ver qué pasa con la nueva normalidad con el sistema de semáforos y con las restricciones que implican las diferentes fases. Eso también lo tenemos nosotros. Hay una nueva normalidad en Alemania, solo se tuvo siete semanas de restricciones fuertes. La vida ahora es normal, las ciudades se ven normales. Lo que sí se ve es que la gente cuando ingresan a lugares cerrados, supermercados, centros comerciales, restaurantes, etcétera, usan mascarilla, pero al aire libre ya no se usa. Claro, en el transporte público sí se usa. Y hay multas bastante fuertes se consigue el cumplimiento de las reglas.
— Pareciera que entre Latinoamérica y Europa llevamos otros ritmos, ¿qué deberíamos aprender de Alemania para no cometer errores que puedan significar una mala experiencia en esta nueva normalidad?
— Nosotros tenemos tres ventajas, incluso frente a nuestros vecinos; primero, tenemos un sistema de salud bastante avanzado, bastante preventivo. Además, hemos tenido tiempo de prepararnos mejor, al final, por ejemplo, tenemos 10 mil camas en el intensivo que nos sobran. Lo segundo, desde el principio identificamos los focos de infección como fiestas, eventos, etcétera, e hicimos seguimiento muy de cerca a la gente reunida en estos lugares. Esto para evitar contactos con los demás y para que haya crecimiento de los casos. Esto nos ayudó mucho en la vigilancia y el control, porque es muy importante.
Por último, mantener las reglas de distanciamiento. Algo que hace todo el mundo. Evitar los eventos grandes, de masa. En algunos estados en Alemania, por ejemplo, se permite hasta un 20% en los estadios de futbol.
Hay que ver el intercambio de experiencias y las buenas prácticas.
— Este año hubo giros en planificaciones institucionales o prioridades por la pandemia, ¿Alemania, en particular, ha analizado reorientar el tipo de apoyo que presta a Guatemala por el tema de la pandemia?
— Seguimos con la cooperación. Aunque a mediano plazo la cooperación de Alemania estará más dirigida a nivel regional, a nivel global y menos a nivel bilateral.
Es un giro que se produce en estos años, pero eso no significa que se terminará la cooperación con Guatemala. Este país se beneficia, por ejemplo, en inversión en Sica donde nosotros somos los donantes más grandes.
Proyectos regionales, ambientales que tienen un impacto fuera de las fronteras de Guatemala que incluyen México, Belice, Honduras, etcétera, la tendencia será trabajar con ese tipo de proyectos que con los clásicos proyectos de cooperación. Es un plan para los próximos años y no afectará de momento a Guatemala.
—¿Es algo planificado? ¿No ocurrió por la pandemia?
— La pandemia no influyó. Pero, normalmente el tema de salud no está en nuestras prioridades de cooperación y ahora nos dimos cuenta de que el déficit en el sector es muy grande en Guatemala. Teniendo el hecho de que hay solo el 17% de personas aseguradas en el IGSS, por ejemplo, es una de las cifras más bajas de América Latina.
Hay que invertir más, pero es más tarea de los guatemaltecos y del Gobierno guatemalteco de haberlo visto ahora y de prevenir para que en el futuro el sistema tenga una mejor cobertura y esté preparado para que hay aun acceso al sector salud para la gente.
— La presidencia pro tempore que asumió Alemania en el G13 se dio en un momento poco afortunado, ¿cómo ha sido el trabajo de los países donantes y de las agencias que integran el grupo?
— En marzo ocurrió la última reunión presencial. Estamos en estos seis meses, la mitad de la presidencia francesa y la gestión de Alemania, en reuniones virtuales. Hoy tuvimos una reunión, precisamente, sobre el tema de justicia, estado de Derecho, reformas e ideas para el sector justicia, no solo sobre la elección de los magistrados.
La tecnología nos ha permitido seguir trabajando. Lo hemos hecho con el tema de relaciones exteriores con Cancillería; con Salud, con la ministra Amelia Flores; Economía, la hemos visto con el ministro y otros expertos. El tema de justicia lo hemos visto con personas del Congreso, exmagistrados de la CC, representantes de la sociedad civil, etcétera.
—Hablemos sobre el Día de la Unidad Alemana. Ya son 30 años, ¿qué significa para ustedes esta fecha?
—Le pondré un ejemplo. Hace poco hablé con una persona en mi oficina y me dijo: Lo lamento, yo nací en 1991, cuénteme un poco más sobre estos 30 años, porque yo no había nacido. ¡Uno no dimensiona eso! Que hay mucha gente joven que nació ya en la Alemania unificada, en una Europa unificada, sin una Guerra Fría, aunque pareciera que hoy sigue existiendo.
Sin embargo, para Alemania es algo increíble. En los años 60 o 70 nadie hubiera pensado en una unificación. Cuando alguien hablaba de eso, se le acusaba de viejo soñador, nadie lo veía realista.
Cuando cayó el muro y se lograron las condiciones para la reunificación también se nos dio el derecho de la completa soberanía. Eso fue lo más importante. Fuimos dueños de nuestro propio país.
La población alemana es, en promedio, mucho mayor que Guatemala. Entonces, mucha gente recuerda ese momento. Son cosas que se quedan grabadas, como el 11-S, la llegada a la Luna o la Caída del Muro, por ejemplo.
—Hay una generación que tiene 30 años y que no vivió eso. Quizá lo haya leído, visto en películas o libros de Historia. ¿Qué lecciones deben transmitirse a esos jóvenes que ya están en capacidad de tomar decisiones u ocuparán espacios de poder?
—El diálogo. El tema de negociar. Tratar de resolver los problemas, los conflictos y derribar muros. Así como no deben existir muros entre países, tampoco deben existir muros en las mentes, muros ideológicos, muros étnicos, etcétera. Es una lección que hemos aprendido y debe servir para la juventud.
Tienen que buscar el diálogo, aunque sea complicado. Insistir para hallar una solución a los problemas. Nosotros lo hicimos con Estados Unidos, Rusia, Francia y con Inglaterra, que eran países que sufrieron por culpa de Alemania en la Segunda Guerra Mundial. Con ellos tuvimos que abrir el debate y nos ayudó mucho la integración con Europa, la nueva percepción de Alemania como un país sólido y democrático en medio de la Unión Europea.
—¿Cree que en Guatemala dialogamos o nos hace falta fortalecer esa capacidad?
—Yo pienso que sí. Acá, siempre he dicho que hay que fomentar la integración centroamericana. Ninguno de los países centroamericanos puede vivir por sí solo.
Si se quiere llenar las expectativas para la juventud con trabajo, ingresos, capacitación, entre otros, hay que buscar formas de integración, de libertad de tránsito, de mercados, de quitar trabas para el intercambio de bienes, de personas, derechos de residencia o sistemas tributarios.
En Alemania decimos que “hay mucho aire hacia arriba”; es decir, muchas posibilidades para hacer algo. Se necesita que tres, cuatro o cinco presidentes coincidan en visiones para adelantar la integración regional. Es un proceso difícil y tiene resistencias. Hay algunos que perderán beneficios, pero son muchos más los que ganarán.
Eso lo hemos vivido en Europa, en Alemania, y nos ha ayudado mucho. No estaríamos ahí sin apoyar cien por ciento la integración europea.
— ¿Cómo son las conmemoraciones del Día de la Unidad en Alemania?
—Hay un evento grande donde participan los 16 estados federados. Se hace un evento grande en Berlín y en Postdam. En Guatemala y en los demás países cada representación diplomática organiza sus propios eventos.
Este año haremos algo nuevo. El día de la ceremonia -hoy- habrá autocine en Cayalá y presentaremos la película alemana Good Bye, Lenin!, que justamente aborda la fase de la reunificación. Es irónica, chistosa, y tiene sus partes serias. También daremos discursos y celebraremos de una manera muy diferente.
—¿Cuál es el mensaje de esta celebración?
—Que estamos juntos, Guatemala y Alemania, estamos juntos. Mutuamente nos ayudamos. Por ejemplo, estamos en Naciones Unidas en el Consejo de Seguridad. Discutimos con Guatemala donde necesitamos apoyo. Favorecemos el multilateralismo, no el camino que algunos países toman solos.
Estamos convencidos de que en el mundo globalizado lo que ayuda es el multilateralismo y la cooperación entre los países sea en temas de clima, seguridad, de paz y en todo.