“La llegada de las aves es todo un espectáculo en la isla, porque muchas de ellas hacen sincronizadas formaciones en el aire para luego pescar en el lago”, cuenta a la AFP Raúl Sánchez, un pescador de 51 años que preside una cooperativa de lancheros que también son guías turísticos de Suchitoto.
Al amanecer y al atardecer las islas de Los Pájaros, Copapayo y del Hermitaño son el escenario de la más intensa algarabía de las aves que producen una fusión de trinos que atrae a turistas de Europa y Estados Unidos, afirma Sánchez.
El Salvador tiene un registro de 574 especies de aves, casi la mitad de las cuales son migratorias que llegan de Norteamérica y unas pocas de Sudamérica, de acuerdo con el experto del ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN), Luis Pineda.
“Uno de los grupos más populares que entraron son los azacuanes, que en su mayoría son miembros de las familia de los gavilanes cabeza roja y halcones”, detalló Pineda a la AFP.
Azacuán es un vocablo nahuat que significa “ave migrante”, aunque el salvadoreño común lo conoce como gavilán o halcón.
Migración para sobrevivir
“Las aves migran porque buscan mejores condiciones de vida, o lo hacen cuando el invierno se acerca, por eso cuando comienza el otoño emprenden el vuelo y nunca ven el invierno”, declara a la AFP Néstor Herrera, de la agrupación Compañeros en Vuelo.
Los preparativos para su largo viaje lo inician desde que se configura el otoño en el hemisferio norte porque advierten que “los árboles pierden hojas, los insectos se mueren, las flores no van a dar néctar y con ello toda la cadena alimenticia se ve afectada, y es algo que conocen desde que existen como especies”, resume Herrera.
En la región costera de El Salvador se pueden observar gaviotas, palomas de mar, cigüeñas, pelícanos y el playerito blanco, entre otras especies.
“Las aves ocupan el país como un corredor, y las especies más pequeñas como las reinitas y las aves acuáticas pasan más tiempo por la alimentación en los humedales y en los bosques”, de acuerdo con estudios del ministerio de Medio Ambiente, explica Pineda.
Embajadoras de biodiversidad
Para las aves no existen fronteras, según el ornitólogo Herrera, y vuelan libremente entre los países como embajadoras de la naturaleza.
“Los patos y otras aves son embajadores de la biodiversidad porque desde que salen de un país a otro se alimentan de semillas, o se les pegan en su plumaje o las expulsan en las heces y de esa forma vienen sembrando plantas”, cuenta.
Una de las aves más pequeñas “símbolo de la migración” es el colibrí garganta roja que vuela más de cinco mil km desde California hasta El Salvador. Los machos de la especie se van a cafetales y a las montañas, mientras que las hembras se quedan en zonas bajas a menos de mil metros sobre el nivel del mar. La reproducción es a su regreso.