El mandatario no se plantea una ruptura brusca y quiere permitir que la actividad comercial y de intercambio con Cuba continúe todo lo posible porque aprecia “los beneficios para el pueblo cubano” de la apertura, según adelantó este martes el secretario de Estado de EE. UU., Rex Tillerson.
Pero Trump considera que las políticas de Obama están “proporcionando apoyo financiero al régimen” de Raúl Castro, y quiere asegurarse de que no viola las leyes con sanciones a Cuba impuestas por el Congreso estadounidense durante el último medio siglo, según Tillerson.
Para ello, el presidente ha decidido aplicar de manera estricta las restricciones de viajes a Cuba, y prohibir el comercio con empresas cubanas que sean propiedad de los servicios militares y de inteligencia, según una directiva presidencial que se publicará este viernes y que fue adelantada por la cadena CNN y el diario Politico.
“Debemos asegurarnos de que los fondos de Estados Unidos no se canalizan hacia un régimen que no ha cumplido con los requisitos más básicos de una sociedad libre y justa” , indica la directiva de Trump, de acuerdo con Politico.
Bajo una estricta aplicación de las órdenes de Trump, los estadounidenses no podrían hacer ningún tipo de transacción con ninguna de las empresas pertenecientes al conglomerado empresarial del Ejército, el Grupo de Administración Empresarial S.A. (GAESA) , el cual se calcula que controla alrededor de dos tercios del comercio minorista de la isla.
Pero, según expertos consultados por Efe, el impacto de esa medida dependerá de cómo la redacte el Departamento del Tesoro, y este podría emitir excepciones a ciertas actividades comerciales con GAESA y otras empresas si lo considera necesario.
“Las compañías estadounidenses probablemente sabrán con qué empresas pueden hacer negocios, porque el Tesoro publicará una lista” , dijo un experto en Cuba en la American University, William LeoGrande.
Robert Muse, un abogado experto en la legislación estadounidense hacia Cuba, cree que esa medida crearía un “nivel añadido de incertidumbre” para las empresas estadounidenses interesadas en hacer negocios en Cuba, que ya deben sortear las restricciones impuestas por el embargo.
En cuanto a los viajes, la directiva citada por Politico apunta a que Trump instruirá al secretario del Tesoro, Steve Mnuchin, a auditar regularmente los viajes a Cuba desde EE. UU. para asegurarse de que los estadounidenses están cumpliendo las reglas para evitar transacciones relacionadas con GAESA.
Los estadounidenses tienen prohibido viajar como turistas a Cuba, pero sí pueden visitar la isla bajo 12 categorías legales, como los intercambios educativos y culturales, y la directiva de Trump les pide tener documentos claros que acrediten que entran en esas categorías, o podrían enfrentar multas, según Politico.
Obama permitió que los estadounidenses se “auto certificaran” sin muchas explicaciones como participantes en una de las 12 categorías permitidas, lo que ha facilitado el negocio a las aerolíneas y cruceros que han comenzado a hacer trayectos comerciales a la isla.
“Para Cuba, una reducción en el flujo de viajeros de estadounidenses podría tener un impacto altamente dañino” , dijo a Efe el presidente emérito del centro de estudios Diálogo Interamericano, Peter Hakim.
En cambio, la importancia de Cuba para la estrategia geopolítica de Trump es “extremadamente limitada” , recordó Hakim, quien pronosticó que el anuncio no dañará las relaciones de EE. UU. con Latinoamérica, cuya reacción será probablemente “muy tenue” .
Cubanos preocupados por giro político
Las campanas de la iglesia repicaron y los cubanos colgaron banderas estadounidenses de sus ventanas cuando el presidente Barack Obama anunció en diciembre del 2014 que Estados Unidos dejaría intentar de empujar a Cuba hacia el colapso.
La nueva política de deshielo de Obama desató una oleada de visitantes estadounidenses, llevando dinero al emergente sector privado de Cuba. Incluso cuando la economía centralizada sufrió su primera recesión en casi un cuarto de siglo a varios cubanos les fue mejor.
Pero la mayoría permaneció en una agobiante lucha diaria y el júbilo se convirtió en resignación.
Se espera que el presidente Donald Trump dé el viernes un giro de 180 grados en la política de Estados Unidos hacia Cuba de los últimos tres años durante una visita a Miami y retome el objetivo de la Guerra Fría de privar de efectivo al sistema cubano mientras incita a la población a derrocarlo.
Sobre la mesa están la reducción de viajes de Estados Unidos a Cuba y la prohibición de comerciar con el conglomerado ligado al ejército que controla gran parte de la economía de la nación caribeña.
Los cubanos esperan lo peor. A lo largo de la isla gente de todas las edades, profesiones y creencias políticas consideran que aumentarán las tensiones, habrá menos visitantes estadounidenses y tendrán más problemas para ver a sus parientes en Estados Unidos. Y aunque algunos exiliados cubanos en el sur de Florida lo festejan, otros cuestionan si es correcto deshacer un camino que aumentó el número de isleños económicamente independientes del gobierno.
En 1980 unos 125.000 cubanos salieron en buques del Puerto Mariel rumbo a Estados Unidos en el mayor éxodo de refugiados de la historia moderna cubana. Hoy la ciudad, a unos 50 kilómetros al oeste de La Habana, es hogar de las principales instalaciones de carga del país, adonde llegan contenedores con suministros, entre otras cosas, para la floreciente industria turística cubana. A unos kilómetros de las compuertas de la terminal marítima, Yosvani Reinoso, de 42 años, trabaja como cerrajero en un puesto de la plaza principal de Mariel.