136 tataranietos

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DOÑA JUANA NO habla español, pero ello no excluye la enorme importancia de escuchar a alguien de  características tan especiales cuando opina y afirma: “Respetar, hacer caso de las cosas buenas y no caer en pecado”. La noticia señala dos hechos dolorosos: el terremoto del 76, cuando perdió a siete familiares, y el conflicto armado, pues debió esconderse en la montaña huyendo de acciones militares para no ser acusada de guerrillera. Dos de sus parientes murieron y tres siguen desaparecidos. Alguien con esa edad y con la bendición de tener sus facultades claras, caminar, hablar y recordar, constituye para mí una prueba irrefutable de autenticidad y de verdad.

ESOS 136 GUATEMALTECOS pueden hablar de haber conocido a la abuela de su abuela. Juana encarna no solo la posible longevidad de los seres humanos, sino la historia nacional: 23 presidentes, desde José María Reyna Barrios hasta Otto Pérez. La expresión de esta multiabuela-bisabuela-tatarabuela en la foto de ayer, página 18, tiene la serenidad de una vida en pobreza, con dignidad. Le  agradezco haberle dado a la generación actual un motivo para asombro por algo positivo como es la vida, con sus alegrías, sus dolores, y pido a Dios mantenerla bien disfrutando el paisaje sololateco, meciendo sus recuerdos y con ello manteniendo vivos a quienes ya se le han ido.

¿QUÉ TAL GUATEBAD?

AYER FUE CERRADO EL Centro Cívico para permitir la realización de un show de modas —perdón, perdón, un fashion show (o sea un “espectáculo  de variedades”,  según el Diccionario de la Lengua Española—. No sé  en realidad  si sea una buena idea por ser un acontecimiento eminentemente comercial, pero el derecho de otras empresas a solicitar lo mismo es otro tema, aunque para mí es evidente. Pocos días antes había recibido una invitación para asistir, a lo cual no pude a causa de una gripe, en la que  se me pedía ir a un short film cerca del foood market para escuchar live jazz, ver el fa- shion show y después ir a un cóctel al melting pot. De veras: así dice.

LA INVITACIÓN TIENE una foto del Centro Cívico  (o sea el Civic Center, pues) con unas áreas pintadas en color pitaya (exotic fruit color, o algo así someding laik dat). Por un momento las creí áreas de ese lugar citadino donde se construirían plazas, con la consiguiente eliminación de los árboles, pocos por cierto. Pero no…   La actividad hablaba de una Ciudad de Visionarios, en referencia a los valiosos arquitectos y artistas  guatemaltecos participantes en el diseño y desarrollo de esa parte de la Ciudad, lo cual me parece loable, aunque a mi juicio debió haber sido sin ninguna referencia comercial. Pese a ello, lo considero muy justo.

NO HE LOGRADO ENTENder el servilismo cultural de usar inglés para expresar una supuesta superioridad. Un “jueputa” es igual a un sanafabich, aunque algunos sientan esto último  elegante y distinguido. No veo nada de malo en invitarme a ver unos cortos de cine cerca del mercado de comida para escuchar jazz en vivo, ver el show de modas y luego… ¿melting pot? O sea: crisol, cuyo significado en spanish es un recipiente utilizado para fundir materias a temperatura elevada, y solo pot es una simple olla. Pensando en sonidos “bonitos”, ¿por qué no cambiamos el nombre Guatemala, y le zampamos Guatebad? Sería lo mismo, pero bad  suena tan chulo…

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.