PLUMA INVITADA
Alejandro Biendonado
Recuerdo cuando compartíamos fraternalmente, en casa de mi tío Juan Luis y con Ricardo Mellón, sobre tus proyectos para Guatemala. En ese entonces eras ministro de Educación. Han pasado 40 años. La madurez, experiencia y visión fueron determinantes para que ocuparas temporalmente la silla vacía, mientras asumes la primera magistratura. ¡Qué desafío!
En los cortos ocho meses que te quedan podrías cambiar el curso del país. Pero tienes varias ventajas: no pensar en un partido político y en los compromisos que esto implica. Hoy tu partido político somos todos los guatemaltecos, unidos como un solo hombre, quienes te damos el beneplácito y el beneficio de la duda para devolvernos la credibilidad.
Nosotros somos los que pagaremos tu salario, y el de tu gabinete, que por cierto son excelentes salarios. Por eso no entiendo todavía cómo habiendo presidentes millonarios, todavía existan ciudadanos pobres, e indigentes deambulando por las calles.
Nosotros no recibimos suficientes beneficios por lo que pagamos de impuestos. La cantidad que pagamos no corresponde a lo que recibimos del Gobierno.
¡El guatemalteco no necesita ayuda del Gobierno! El Gobierno está para crear las condiciones para que el ciudadano pueda trabajar, pueda estudiar, pueda tener vivienda, salud, transporte, seguridad, infraestructura, desarrollo y bienestar, fruto de nuestro propio esfuerzo laboral.
Si el Gobierno nos da bolsitas solidarias, nos está ayudando a vivir pobremente para siempre. Porque el que proporciona ayuda esclaviza al que la recibe, para hacerlo pobre toda la vida. Por eso es que los pobres siempre han votado por los que regalan cosas durante las campañas.
Cada guatemalteco tenemos derecho a vivir mejor, a alcanzar un mejor nivel de vida, hacer bien hechas las cosas por nosotros mismos, tener una vida digna y, por ende, llegar a estar donde merecemos estar.
Tenemos el mismo derecho que todos los políticos que se han enriquecido con nuestros impuestos, a alcanzar un mejor estándar de vida.
Ninguno de esos políticos, diputados, presidentes o alcaldes que hablan tanto de la salud van cuando están enfermos a un hospital público, las escuelas que ellos han construido, ninguno de sus hijos van a esas escuelas, porque saben que la educación no es eficiente. Ningún político aborda los buses para transportarse, porque saben que son inseguros.
Pensadores como Locke, Montesquieu, Voltaire, Adam Smith y Mill ayudaron a construir el concepto económico humano, para que todos los hombres gozaran la creación de la riqueza, porque la convivencia en sociedad deriva en el ordenamiento de las normas jurídicas. Hoy no podemos prescindir ni de la política ni de la economía; debemos encontrar el justo balance entre una y otra, para que en la sucesión de relevo de mando el aparato social siga funcionando.
Hoy ya no hay indiferencia política ni económica de parte de la población. ¡Cuidado, Alejandro!, el gigante dormido se despertó.
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