LA ERA DEL FAUNO
Ali Babá y los 40 criminales
Cierta clase de persona está muy bien representada en el Congreso de la República de Guatemala. Es la clase de guatemalteco abusivo, corrupto y violento que tiene a sus iguales en altos puestos. Muchos diputados magnifican esa conducta grosera e irracional. Son la crema y nata del crimen callejero llevado al palacio legislativo donde operan con otras herramientas, mecanismos y dineros. Los diputados obran a una escala que no afecta directamente al asaltado sino a toda la sociedad, a su historia, su democracia.
El Congreso actual perjudica más que la delincuencia común, más que las maras y que el narcotráfico, pues estos grupos actúan y, aunque se oculten, los sabemos enemigos certificados de la sociedad, en tanto que los legisladores tienen las herramientas legales para abrir las puertas a aquellos, gozan de inmunidad y son un producto legalizado.
La barbarie en el parlamento es consecuencia de concederle al mico batuta y altoparlante. No digo esto por desahogo ni como metáfora, menos para ofender, aunque me sobren ganas, es apenas la descripción de una realidad que no terminamos de asimilar literalmente: que los diputados son enemigos de la patria. Son personas sin escrúpulos. Más de 40 están acusados de crímenes, entre otros, contra la humanidad, asesinato, lavado de dinero, racismo, falsificación de documentos, abuso de autoridad; y están aliados con el resto de diputados no sindicados que los auxilian, como las mafias. No tienen remedio y están sordos a las críticas de la calle, de las redes sociales y los medios. No corregirán el rumbo. Puede que empeoren, dado que subestiman el trabajo por la justicia que desarrollan la CICIG y el MP. Esfuerzos que podrían aprovechar en favor del bienestar común. En vez de ello, traicionaron a la patria.
Ejercen un poder ya ilegítimo. Señalarlo no es queja de grupitos, como suelen adversar en su política de avestruz, es el recuento de la desgracia constatada que ocurre en ese edificio tomado por su banda que integra a más de 40 criminales, los cuales socorren a otros criminales que están adentro, afuera o prófugos.
Disiento, eso sí, de quienes tienen desahuciado al Congreso por entero. Tengo por valioso el trabajo de algunos diputados. El resto, el puñado, va de la ignorancia a la brutalidad. Cada vez más ineptos, según se siga rascando aparecen hallazgos sorprendentes, lógicos en un entorno así disfuncional. Si el país se derrumba, si hay pobreza extrema y jóvenes calcinadas e inseguridad, no es solo asunto de la Policía sino de esa totalidad estropeada que es el Estado, cuyo pivote torcido es el Legislativo, el ausente es el Ejecutivo y el perverso es el Judicial.
Los diputados enfermaron de poder y no se percatan o no les importa ya cuán abominable es para la ciudadanía su descaro. Siguen tratando de aprobar una amnistía por sus delitos. Parece broma de mal gusto, pero es verdad. Razón tiene la ministra Hernández Mack al decir que es un chiste la citación que le hizo la Comisión de Salud. Ella es de las pocas funcionarias que trabajan a brazo partido. Como consecuencia, vive bajo ataque sindical y antisindical. Ahora es víctima de acoso por parte de esos diputados. El desquicio parlamentario destruye personas y sociedades.
El Congreso de la República de Guatemala es el lugar más peligroso del país, una central de la Operación Mariscal Zavala que intenta desgastar a la justicia hasta revertir lo andado. Exijamos al TSE, al OJ y la CC que aceleren los requerimientos que mantienen congelados y son en contra de los diputados esa organización. Su lentitud les favorece.
@juanlemus9