CABLE A TIERRA

Camina hacia adelante, pero no olvides

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Espero que hayan pasado una Nochebuena y día de Navidad muy bonitos, acompañados y queridos por su familia y amigos. Estamos a pocos días de que finalice el 2018 y también deseo que su balance del año que acaba sea mucho más positivo que el que podemos sacar como sociedad. Sobre todo, desearía que el 2019 fuera un año diferente a los que hemos vivido últimamente en el país y en la región. Desafortunadamente, los Morales, los Hernández y los Ortega-Murillo que asolan Centro América no se convertirán en calabazas podridas con las doce campanadas de la Noche Vieja. Tristemente, estamos inmersos en una cuenta del tiempo que se pinta de despotismo, autoritarismo y destrucción de las instituciones democráticas; un ciclo de tiempo que parece no acabar y que no lo cortarán ni las fiestas de fin de año, ni el arranque del proceso eleccionario en Guatemala; y posiblemente, ni siquiera las elecciones mismas que ocurrirán en 2019, a menos que nosotros hagamos algo diferente.

Por eso este fin de año quiero invitarles a hacer como dice el poeta Humberto Ak’abal: “De vez en cuando, camino al revés: es mi modo de recordar. Si caminara solo hacia adelante, te podría contar cómo es el olvido”.

Deseo que los últimos días del año que acaba sean como un andar al revés; que recuerden quiénes nos trajeron hasta este punto donde la democracia y el respeto a la ley son como cascarones vaciados de contenido. Que recuerden que toda la convulsión que se ha generado en el país es porque las élites políticas, económicas y religiosas están resistiendo la justicia para no perder sus privilegios; porque les importa poco la democracia y el “estado de Derecho” si estos insisten en considerar los derechos de todos los demás, no solo los de ellos.

Quiero que, cuando se postulen candidatas y candidatos para ser presidentes, diputados y alcaldes, no se nos olvide qué han hecho y a quiénes representan. De la conciencia y decisiones ciudadanas dependerá en buena medida si en el 2019 se comienza a romper con este ciclo de tiempo oscuro, o si será, más bien, el inicio de otros cuatro años de lo mismo, mientras las niñas y niños de Guatemala siguen pasando hambre y enfermedad; mientras la gente humilde cae en la desesperación que la lleva a migrar; mientras la clase media se ahoga en deudas y le faltan oportunidades.

El 2012 no fue el fin del mundo que muchos vaticinaron, pero para Guatemala, sí fue el principio de la debacle en la que ahora vivimos. Con la voracidad extrema por los recursos estatales que mostró el partido patriota, se rompió el frágil equilibrio en el que se desenvolvía un sistema político y una “democracia” basada desde sus inicios en prácticas clientelares, corrupción, tráfico de influencias e impunidad. Que no se nos olvide que, de no haber sido por la Cicig, todo eso seguiría siendo lo que fue siempre: un secreto a voces, consagrado por la resignación.

Los golpes dados por la Cicig pusieron en jaque al sistema, pero no lograron quebrarlo. El sistema corrupto, más que procurar su autodepuración, se puso a la defensiva y montó un agresivo contraataque, encabezado por un gobierno que ganó con su disfraz de que no era ni corrupto ni ladrón. Del inicio de esta debacle han pasado ya seis años, de los cuales cuatro hemos vivido en una permanente crisis política gestada por el propio gobierno y respaldada por los intereses más obscuros del país, que prefieren ver que todo se hunda antes que ceder un ápice de su poder y privilegios.

El 2019 puede ser un año de quiebre o un año de más de lo mismo. De que no olvidemos y de que actuemos diferente dependerá en mucho, que el caminar hacia adelante nos dé verdadera posibilidad de un nuevo amanecer.

karin.slowing@gmail.com

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