IDEAS

30 años de Ideas

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Hoy mi columna Ideas cumple 30 años de publicarse en Prensa Libre. Parece mucho, pero se siente tan poco. A lo largo de ese tiempo he visto tantos cambios, especialmente en Guatemala, pero también por todo el mundo. Incluso en mi familia: mi hija ni siquiera había nacido cuando llegué a Prensa Libre. Pero puedo decir que defender las ideas de la libertad desde esta tribuna ha sido una aventura que ha valido la pena.

' Defender las ideas de la libertad desde esta tribuna ha sido una aventura que ha valido la pena.

Jorge Jacobs

Si algo he aprendido a lo largo de estos más de 1,700 artículos es la importancia de limitar el poder. El poder es una paradoja porque, aunque es efímero para las personas, es casi eterno para el sistema. De allí que, a lo largo de estos años, he visto pasar 9 presidentes, varias centenas de ministros y miles de secretarios, alcaldes y otros funcionarios, no obstante, el sistema Benefactor/Mercantilista que nos envuelve los ha sobrevivido a todos. De allí la importancia de buscar todos los mecanismos posibles de limitar el poder, lo que hace más importante que busquemos vivir en una verdadera república.

Pero por muy efímero que sea, el poder marea a casi cualquiera que osa acercársele. He visto tantos casos de gente que, cuando estaba en “la llanura”, lo buscaba a uno para tratar de influir o que se le entrevistara, pero, una vez llegaban al poder, “si te vi no te conozco”. Recuerdo bien el caso de un funcionario —que apenas llegaba a secretario, ni siquiera a ministro— con quien unos años antes habíamos tenido alguna relación por su trabajo de relaciones públicas, pero ya en el gobierno, una vez nos sentamos en la misma mesa en una actividad, y durante la hora y pico que estuvimos allí, ni siquiera volteó a ver dónde yo estaba. Lo que él no sabía, seguramente, es lo efímero que es el poder. Unos meses después dejó el puesto y nunca más volví a saber de él. Y así como él, han sido tantos, que ya paré de contar.

El tiempo también me ha permitido ver muchísimos cambios en la tecnología. Al inicio, ni siquiera se había popularizado el Internet. Fue tan grande el cambio que yo sabía que tendría la red cuando empezó a proliferar, que durante algún tiempo incluí en mi columna alguna pequeña descripción de las maravillas que iba descubriendo en sitios a lo largo y ancho del Internet. De allí vinieron los celulares, luego los teléfonos inteligentes, las aplicaciones en “la nube”, hasta llegar ahora a la proliferación de la inteligencia artificial —ayer cumplió un año ChatGPT—. Siempre he tratado de mantenerme en la “ola” de la tecnología, ya que, aunque no soy ni de cerca de la generación de los nativos digitales, mi relación con las computadoras empezó desde corta edad.

Pero lo que más he disfrutado de ver en retrospectiva esta aventura es darme cuenta de la consistencia que he mantenido a lo largo de estas tres décadas. Esta semana revisé algunos de los primeros artículos que publiqué en Prensa Libre. Ha cambiado el estilo, las circunstancias han cambiado mucho, pero los principios en los que se han basado mis ideas se han mantenido sólidos. Lo que escribí hace 30 años lo podría haber escrito hoy, quizá con alguna mayor experiencia que dan las canas, pero los principios que defiendo se han mantenido estables y profundizando cada vez más las raíces. Me he mantenido fiel a los ideales de una sociedad de personas responsables y libres que fueron los que me llevaron desde el principio a escribir estas ideas.

Como toda aventura, qué triste sería haberla recorrido en solitario. A lo largo de estos años he tenido la gran dicha de conocer a muchísimas personas con quienes compartimos ideales y a quienes puedo llamar amigos, que han hecho que esta travesía sea todavía más inolvidable. Algunos ya han dejado este mundo; con otros, todavía tenemos muchas batallas que pelear en la defensa de la libertad.

Le agradezco a Prensa Libre haberme abierto las puertas y darme la libertad irrestricta de expresarme siempre como he querido. Por último, quiero agradecer a mi familia, especialmente a mi esposa Lissette y a mi hija Nicolle, que me han tenido que soportar tanta aventura y siempre me han apoyado.

ESCRITO POR:

Jorge Jacobs

Empresario. Conductor de programas de opinión en Libertópolis. Analista del servicio Analyze. Fue director ejecutivo del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES).

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