CATALEJO

Antigua: más peligros para su continuidad

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Desde hace varios lustros, la Antigua Guatemala ha sido víctima de una serie de factores cuya mezcla acaba lenta pero imparablemente contra la esencia de la arquitectura de la ciudad, elemento imposible de deslindar de su importancia histórica. A mi juicio, algunos de ellos son: a) la incapacidad o falta de voluntad de entender qué significa y cómo debe uno adaptarse a vivir allí, porque se haya nacido o se le haya escogido como lugar de residencia, precisamente por su silencio, su ambiente acogedor. b) La actitud irresponsable de algunos vecinos y sobre todo de las autoridades electas, sobre todo quienes no tienen idea del verdadero significado de “progreso” en una ciudad cargada de Historia, por su importancia para Guatemala y la cultura latinoamericana y del mundo.

' Se debe repetir: La Antigua naufraga por indiferencia, intereses exagerados, corrupción y miopía.

Mario Antonio Sandoval

Algunos temas de particular importancia son: el manejo del tránsito de vehículos; la necesidad de construir vías alrededor de la ciudad, para evitar el paso de transporte pesado, causante de daños al sistema de alcantarillas y a la estabilidad de las construcciones; la regulación del ingreso de vehículos particulares y de transporte público; la urgencia de un plan de diseño de construcciones nuevas, dentro o en los alrededores, lo cual implica un costo mayor al del diseño simple de líneas rectas de la arquitectura actual. Es básico considerar como una unidad a la ciudad y a sus calles, plazas, casas, edificios públicos, no como una serie de elementos autorizados por vecinos a personas desconocedoras de la arquitectura tanto histórica y a la de un estilo histórico.

La Antigua Guatemala es ahora una ciudad en decadencia y muy pocos lo reconocen y actúan. Burlando leyes, emergen casas de dos pisos, el segundo un simple muro sin ventanas. La autorización de centros comerciales como los de la salida a Ciudad Vieja han causado embotellamientos y lo mismo ocurre con la angosta Calle del Agua de la aldea Santa Ana, la más antigua de la ciudad. En esto, el alcalde saliente Víctor Hugo del Pozo es un campeón de cómo no debe trabajarse en la ciudad. Hace unos veinte años, fue responsable de la inundación de aguas negras de un hotel a cercanas casas históricas habitadas. Ahora dispone a su antojo en el concejo de la ciudad y por ello los vecinos lo expulsaron en las elecciones de junio. Pero mucho daño ya ha sido hecho.

La comuna delpocista recibió de donación 16 manzanas de la finca La Chacra, en la entrada desde la capital, donde cabrán 900 carros y sin indicar cómo irán sus pasajeros a la ciudad. Ahora anunció una rotonda de paso obligatorio, con el evidente efecto de más aumento en el tiempo de llegada a la Antigua. Los trabajos se están realizando en este momento y da la apariencia porque así es, estoy seguro, de hacerlo en esta época para ganar tiempo a las acciones legales. Al tener mayoría en el Concejo, y ser el jefe del conservador de la ciudad, cargo independiente y autónomo, en teoría, sus deseos son órdenes. Se trata de uno de los funcionarios colocados en la parte negra de la Historia nacional, pero al mismo tiempo los vecinos son culpables, por omisión.

Ciudades históricas —Toledo, Brujas, Cartagena de Indias, Cuzco, Burgos— tienen normas estrictas de construcción y a nadie se le ocurre romperlas porque las autoridades y los vecinos no lo permitirían. Tienen en común la importancia del turismo y su permanencia, pero este debe cumplir condiciones no necesarias en New York, o en ciertas partes de París y Londres, digamos. Se facilita la comprensión de este tema si se piensa en ver desde lo alto a una ciudad de esas. Simplemente no cabe en el panorama la mezcla de construcciones históricas de varios siglos, con rascacielos de vidrio. Lo menciono porque ojalá nunca en el bello valle de Panchoy haya “apuñalacielos” destrozando para siempre un conjunto histórico multicentenario.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.