MIRADOR

Bandidos, pero con principios

“La vida es demasiado corta para jugar limpio”, parece ser el lema del “honorable” Congreso y de sus ocupantes. Elegida una nueva junta directiva —algo previsible porque se saltaron las trancas legales que los salientes impusieron y el ardor de los entrantes impidió desactivar—, el análisis de sus integrantes no genera la esperanza prometida, sino la desconfianza habitual.

' De los nueve integrantes de la junta “del cambio”, ovacionados por la “floreciente primavera”, tres de la UNE hacen que la “esperanza” siga siendo verde.

Pedro Trujillo

Por arte de birlibirloque, muchos malvados pasaron a ser buenos. Quienes hace unas semanas los rechazaban y nunca hubieran apostado un len por ellos, son ahora sus admiradores y fanáticos seguidores. Pregonan que el problema de la corruptela y la inmoralidad en este país es culpa de los políticos, pero muchos ciudadanos utilizan ese rasero de doble moral con el que separan a “sus amigos y consentidos”, en el cajón de los buenos, y los “enemigos” sufren la condena más vil. Parecidos a quienes creaban sospechas sobre el ejército y la policía en la transición de mando y son incapaces de reconocer lo modélico de ambas instituciones.

De los nueve integrantes de la junta “del cambio”, ovacionados por la “floreciente primavera”, tres —Lucas Paz, Solórzano Quevedo y Paz Rosales— hacen que la “esperanza” siga siendo verde, porque han sido diputados electos —o reelectos— por la UNE. Sí, la de Sandra Torres, a quien defendían, aplaudían y financiaban hasta hace unas semanas. Los que salieron de la anterior junta también reunían tan exquisito currículo. Ahora que han sido expulsados de aquel partido —aunque quienes los vitorean aseguran que la señora no puede expulsarlos— resulta que han renacido y purificado en las aguas del Jordán, para grandeza patria. Un cuarto —Dávila Córdova, de Bien— es expuesto por las hemerotecas de dos medios nacionales. En uno se le describe como “César Roberto Dávila Córdova, retrato de un corrupto”. En el otro se alude al insigne diputado en los siguientes términos: “…, el señor Ministro a través de su asesor, César Roberto Dávila Córdova, amenazó con destituirme si me negaba a firmar las facturas para autorizar pagos a favor de…”, palabras de la exviceministra Rosa María Pacheco. Un quinto pertenece al cuate-familiar partido Victoria ¿Será este el famoso pacto de corruptos?

La mitad de la actual junta directiva nunca hubiese sido considerada hace apenas días, pero cuando el poder toca la puerta los principios éticos se esconden en el clóset. Muchos de los que antes peleaban, insultaban, descalificaban y criticaban a esos personajes, se han tornado payasos de circo de esos que aplauden cualquier babosada sin sentido para que los espectadores sigan una ovación que nunca se hubiera generado por sí sola.

Tres grupos han quedado en el Congreso: pocos buenos —que los hay—, los malvados —que no faltan— y un montón de indecisos que buscan cómo rentabilizar esta legislatura que parece que no ofrecerá dinero, plazas fantasmas, obras ni parcelas de poder público, y se acoplan. Los viejos de la UNE —y sus mejores alumnos— saben cómo lidiar con esas tempestades —lo llevan haciendo por años— y serán quienes en nombre de la patria, la salvación o cualquier otro mensaje que la masa compre, reactiven la casta a la que siempre han pertenecido: la de la corruptela. La doble moral vuelve a triunfar, la ética tiene que volver a exiliarse y los resultados se verán en el medio plazo, cuando se estabilice esta convulsa situación nacional, y la tormenta permita ver el destrozo. Será entonces cuando se vuelvan a discutir los intereses.

Mientras, los ciudadanos se distraen imitando a las focas del parque acuático, y aplauden cegados por la estupidez, el realismo mágico y lo que mejor nos caracteriza: el efecto Lampedusa.

ESCRITO POR:

Pedro Trujillo

Doctor en Paz y Seguridad Internacional. Profesor universitario y analista en medios de comunicación sobre temas de política, relaciones internacionales y seguridad y defensa.

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