IDEAS

El covid-19 no es el enemigo que nos vendieron

El conocimiento sobre el virus SARS-CoV-2 y la enfermedad que ocasiona, el covid-19, va avanzando a pasos agigantados. Intentaré resumir lo que he ido aprendiendo luego de muchas lecturas y entrevistas. Pienso que la reflexión más importante es que no debemos tener miedo, mucho menos pánico.

' La evidencia ya es contundente: los encierros son una mala decisión.

Jorge Jacobs

La tasa de mortalidad de la enfermedad es mucho más baja de lo que se había creído inicialmente. Según muchos expertos, cuando todo pase se verá que la tasa de mortalidad era menor al 0.5 por ciento, y de hecho, muchos apuntan a que estará más en el rango cercano al 0.1 por ciento. Un estudio presentado esta semana por la CDC establece el rango probable de mortalidad entre 0.03 y 0.4 por ciento. Esta tasa es mucho menor que el rango de 2 por ciento a 4 por ciento que se creía al inicio, y que fue el dato utilizado para justificar los encierros.

La tasa de fatalidad de casos —la cantidad de muertes por casos confirmados— en Guatemala es una de las más bajas del mundo, estando en 1.64 por ciento. Tenemos la gran ventaja de que el promedio de edad es muy bajo, alrededor de 22 años, y la mayoría de la población es menor de 30 años. Esa considero que es la razón principal de la tasa de fatalidad de casos tan baja, ya que la mayoría de los que se han contagiado están entre los 20 y 40 años, y allí la tasa de fatalidad de casos es menor al 0.4 por ciento.

La actual saturación de los hospitales es resultado de la política de ingresar en ellos a todas las personas infectadas, indistintamente de la gravedad de sus síntomas. La única excusa para los encierros —y yo digo que de dudosa validez— es supuestamente evitar que haya muchas personas en los hospitales, y esta política hace todo lo contrario.

Lo correcto es que esas personas guardan cuarentena en sus casas —como se hace en todo el mundo—. Se ha argumentado que no harán correctamente la cuarentena, pero el gobierno ha dicho que han tenido a más de 10 mil personas en cuarentena en sus casas. Igual se puede hacer con los pacientes que no tienen necesidad de ser hospitalizados, y ver solo las excepciones de las personas que realmente no tienen las condiciones en su vivienda para estar en cuarentena.

El sábado pasado se publicó un estudio en Singapur, según el cual el período promedio en que las personas pueden infectar a otros es de 11 días. A partir de allí, puede dar positivo en las pruebas, pero ya no es contagioso. De allí que, aun si se mantienen en la postura de hospitalizarlos “para que no se riegue la enfermedad”, no deberían tenerlos más de dos semanas en cuarentena.

Esta semana la directora de los servicios de salud de Noruega reconoció públicamente que, según toda la información que han logrado recopilar, el encierro que decretaron fue un error, ya que la tasa de contagio —el famoso R0— era menor de lo que ellos creyeron, y cuando establecieron el encierro ya la enfermedad iba decayendo. Otro estudio analiza los datos de varios países europeos y llega a la conclusión de que los encierros no tuvieron ningún efecto notable en el desarrollo de la enfermedad y que los escenarios habrían sido muy similares, sin encierro.

Por último, un estudio publicado la semana pasada por JP Morgan encontró que en la mayoría de los países donde ya se quitaron las restricciones la tasa de contagio se redujo. La evidencia es contundente. Los encierros son una mala decisión.

Debemos dejar de tenerle pánico a la cantidad de contagios, preocuparnos por las personas más propensas a tener síntomas más severos, y dejar que todos los demás continúen con su vida.

ESCRITO POR:

Jorge Jacobs

Empresario. Conductor de programas de opinión en Libertópolis. Analista del servicio Analyze. Fue director ejecutivo del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES).

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