IDEAS

El encierro destruye cientos de miles de vidas

De lo que menos dudas hay alrededor del covid-19 es que el encierro está destruyendo la vida de millones de personas alrededor del mundo, creando una catástrofe de proporciones inimaginables, miles de veces más terrorífica que las consecuencias naturales que podría producir el Sars-CoV-2. Y esa catástrofe no es atribuible al pequeño virus, sino a las decisiones erradas que han tomado los gobernantes alrededor del mundo.

' Seguir con los encierros, arruinándole inútilmente la vida a millones de personas, es un absurdo.

Jorge Jacobs

Para justificar los encierros se han basado en modelos matemáticos que cada día que pasa muestran lo errados que estaban, al grado que ni siquiera el padre de la criatura los respeta.

Hasta el momento no he encontrado ningún organismo internacional que no diga que la crisis debido al encierro será brutal. Todos pronostican cientos de millones de empleos perdidos, cientos de millones de personas arrastradas a la pobreza y la pobreza extrema, millones de niños en riesgo de morir de hambre, décadas de desarrollo tirados por la borda, en fin, miles de millones de vidas arruinadas. ¿Y todo por qué? Por creerse el cuento de que estaban salvando al mundo, encerrándolo.

Pero no hay que ir muy lejos para comprobar lo absurdo de la premisa. Si se cumplieran los modelos planteados, ya contaríamos por decenas de miles los muertos en Centroamérica. ¿Qué ha pasado en la práctica? Nada siquiera cercano. Lo que sí tenemos en Centroamérica es un interesante experimento sobre la falsedad de los encierros.

Tenemos tres países cercanos geográficamente, Costa Rica, El Salvador y Guatemala, con muy variados sistemas de salud pública, y que tomaron posturas distintas ante el covid-19. El Salvador estableció un cierre completo y forzoso de casi todas las actividades. Costa Rica, en el otro extremo, no estableció una cuarentena obligatoria, aunque instauró algunas restricciones, exhortó a la población a que trabajara desde casa lo más posible, y que mantuviera normas de higiene y separación física. Y Guatemala se quedó en un plano intermedio, estableció cuarentenas y hasta toque de queda, pero en la práctica permitió que muchas empresas pudieran seguir operando. Los reportes de movilidad de Google confirman que los cambios han sido consistentes con los lineamientos oficiales de cada país. ¿Cuál ha sido el resultado?

En números absolutos están muy similares, y si se consideran prorrateados por la población, resulta que a quien mejor le ha ido es a Costa Rica, Guatemala es el intermedio y a quien peor le ha ido es a El Salvador. Lo irónico es que, según la teoría de los encierros, la situación debiera ser al revés. El Salvador el mejor y Costa Rica el peor. Aun así, las variaciones son tan pequeñas, que la principal conclusión que se puede sacar es que el resultado de que estemos entre los países que no han sido tan afectados por el covid-19 no depende de qué tanto se ha cerrado el país, sino de otros factores. Yo propongo, en base a muchos estudios que se han ido publicando recientemente, que entre esos factores podemos citar la juventud de la población, la poca concentración urbana, el clima, la humedad y hasta mayores concentraciones de vitamina D en las personas, ninguno de los cuales tienen nada que ver con los encierros —y si algo hacen estos es empeorarlos—.

Definitivamente, seguir con los encierros, arruinándole inútilmente la vida a millones de personas, es un absurdo. Cuando terminé de escribir este artículo ayer por la tarde, iban 29 personas muertas por el covid-19, y por lo menos 500 mil personas a quienes les “suspendieron” o ya perdieron su empleo en la economía formal. No quiero ni imaginar cuántos cientos de miles de la economía informal ya están cayendo en la pobreza extrema y el hambre.

ESCRITO POR:

Jorge Jacobs

Empresario. Conductor de programas de opinión en Libertópolis. Analista del servicio Analyze. Fue director ejecutivo del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES).

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