IDEAS

El experimento de “todo el poder”

El domingo se realizaron las elecciones parlamentarias —entre otras— en el vecino país de El Salvador. El resultado plantea la posibilidad de que veamos un experimento político en tiempo real: ¿qué pasa cuando un político tiene “todo el poder”? Por primera vez en El Salvador —y casi en el resto del mundo, con excepción de aquellos países con gobiernos autoritarios— una sola persona controlará “democráticamente” el organismo ejecutivo y el legislativo, con mayoría calificada. Nayib Bukele, sin tener siquiera bancada en el Congreso, ha demostrado rasgos autoritarios. ¿Qué pasará ahora con la mayoría calificada a sus pies?

' Bukele, sin bancada, ha demostrado rasgos autoritarios. ¿Qué pasará con la mayoría calificada a sus pies?

Jorge Jacobs

El caudal de votos que obtuvo fue tan grande que no se alimentó exclusivamente sobre la base de uno de los partidos tradicionales, sino que se nutrió prácticamente de todos los polos, por lo que no se puede decir que el presidente cuenta con apoyo de la “derecha” o la “izquierda” política, sino que su apoyo ya es transversal y generalizado en el país. La elección constituye un gran voto de respaldo hacia la gestión de Nayib Bukele, quien en 2019 obtuvo un histórico triunfo en primera vuelta en la elección presidencial sobre la base de un discurso anti-partidos tradicionales y antisistema.

Aunque hay denuncias de algunas irregularidades en el proceso de las elecciones, hasta los miembros de los partidos opositores reconocen que la gente votó por el proyecto del presidente Bukele —sea por las razones que hayan sido—. Según casi todas las estimaciones, el partido Nuevas Ideas de Bukele obtendría las 56 curules necesarias para tener la mayoría calificada, aún sin necesitar los 5 votos del partido Gana, con quien tiene una alianza. Ello implica que el presidente y su partido pueden tomar cualquier decisión en el Congreso, aún aquellas que necesitan mayoría calificada, sin necesitar el apoyo de ningún otro partido.

Lo único que no puede hacer el presidente Bukele es reformar la Constitución, ya que para ello se requiere que haya una aprobación de dos legislaturas distintas, es decir, Bukele sí tiene los votos necesarios para aprobar una reforma constitucional en la nueva legislatura —que inicia el 1 de mayo— pero, aun así, esta reforma quedaría en suspenso a la espera de una siguiente legislatura —la que sería elegida en 2024— para que pueda ser ratificada.

Una de las cosas que más preocupa a muchos salvadoreños es que, con el incremento considerable de la deuda que tiene el país —ya está en 90 por ciento del PIB— Bukele vaya a aprovechar el poder en el Congreso para aprobar nuevos impuestos o para “desdolarizar” al país, o incluso para ambas cosas a la vez.

Considero que los resultados de la elección son un reflejo del cansancio de la población con los políticos “tradicionales” y que, al ver un político nuevo, carismático, y que les hace muchos ofrecimientos populistas, es fácil que caigan en sus redes y estén dispuestos, incluso, a darle el poder absoluto. Hay que hacer la salvedad de que esa sensación no es exclusiva de los salvadoreños, ya que, en otros lugares, incluida Guatemala, se puede escuchar a algunas personas, expresar que lo que se necesita es que alguien tenga “todo el poder” para hacer los cambios necesarios. El problema de esa postura es que, si alguien llega a tener “todo el poder” para hacer cambios “buenos”, también lo tendrá para hacer cambios “malos” y, si algo nos ha enseñado la historia, es que, como bien lo sentenció Lord Acton, “el poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente”.

Veremos ahora cómo les va a los salvadoreños con este experimento político. Hay que poner a remojar las barbas, cuando se ven arder las del vecino.

ESCRITO POR:

Jorge Jacobs

Empresario. Conductor de programas de opinión en Libertópolis. Analista del servicio Analyze. Fue director ejecutivo del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES).

ARCHIVADO EN: