IDEAS
El fin de la pandemia
Con todo el dolor del alma, pero especialmente de la billetera, a la OMS cada vez le va quedando menos margen de maniobra para seguir empecinada en mantener un estado de pandemia para una enfermedad que ya se volvió endémica. Claro, la pandemia del covid-19 puso a la OMS en los reflectores del mundo, llevando a sus ejecutivos a nivel de estrellas de cine, dando conferencias de prensa globales casi todos los días, sintiendo el poder de que sus directrices afectaran a casi toda la población mundial. Atrás quedaron las acusaciones e investigaciones de corrupción y despilfarro en la organización. El covid todo lo borró.
' Cada vez son más los países que ya quitaron medidas tan absurdas como el uso de las mascarillas o las restricciones de viaje.
Jorge Jacobs
Pero lo que para la OMS fue la nueva gallinita de los huevos de oro, para la humanidad fue una maldición, regresando a millones a la pobreza que tanto les había costado dejar atrás, quebrando empresas, y afectando a toda una generación de jóvenes que crecerán con el trauma de haber estado encerrados, sin poder ir a clases con sus amigos, casi dos años. Afortunadamente, el SARS-CoV-2 se ha comportado como la ciencia esperaba que se comportara —igual que otros varios virus antes qué el—, haciéndose cada vez más contagioso, pero también menos dañino, que es lo que se ha visto con la variante ómicron, e incluso en la evolución de la misma variante. Y así, sin más, pasó de ser una enfermedad pandémica a una endémica. Pero los políticos y los tecnócratas todavía se resisten a soltar ese poder que acaban de descubrir que tienen, y quisieran que la gente siguiera con pánico, pidiéndoles que los “rescataran” del enemigo que los acecha.
Estoy convencido de que en ningún momento de la pandemia se justificaron las medidas draconianas que se tomaron basadas en el pánico inculcado por algunos profetas apocalípticos. Pero aún si esa posición fuera discutible, lo que no es aceptable es que, a estas alturas de la enfermedad, todavía se quieran mantener restricciones que ni siquiera funcionaron cuando fueron implementadas durante la pandemia.
Afortunadamente, la ola ya empieza a cambiar. Cada vez son más los países que ya quitaron medidas tan absurdas como el uso de las mascarillas o las restricciones de viaje. Ya son varios los países que no están exigiendo el “pasaporte” de vacunas o exámenes previos a viajar. Algunos todavía más radicales ya están incluso dejando de contar los contagios. A partir de este lunes, por ejemplo, en España la Comisión de Salud Pública ha decidido dejar de contar todos los positivos de coronavirus para centrarse solo en los casos graves y en los entornos vulnerables, además pusieron fin al aislamiento de las personas con síntomas leves o completamente asintomáticas, las pruebas generalizadas y los rastreos. Según la Comisión, esta nueva etapa supone “aceptar un cierto nivel de transmisión” entre la población vacunada, joven y sana para pasar a centrarse solo en las personas más frágiles. Eso es lo que hay que hacer con una enfermedad endémica.
En Estados Unidos incluso varios estados demandaron al gobierno federal para que quite la obligación de utilizar mascarilla en el transporte público y en los aviones. Ya no se deben seguir contando los contagios, sino las personas que tienen síntomas severos y las muertes, y se deben eliminar todas las restricciones, tanto del uso de las mascarillas como de aforos. Si quieren mantener el semáforo, que lo hagan, pero solo como un indicador y no como fuente de restricciones. El país que ahora va en contrasentido —una vez más— del mundo es China, con los encierros que están estableciendo en sus principales ciudades a consecuencia de mantener una política de “cero casos” que ya no se justifica para nada en esta etapa del covid-19. Estos encierros draconianos que está realizando el gobierno de China nuevamente tendrán consecuencias serias en el comercio mundial, ya que están cerrando varios de los principales centros de producción y puertos en el país.