Catalejo

Guatemala colapsada o muy cerca de estarlo

Solucionar el complicado tema de la comunicación terrestre requiere experiencia y capacidad para planificar, no solo amistad.

La confrontación entre Bernardo Arévalo y la exministra Jazmín de la Vega ha sacado a luz pública uno de los motivos causantes del atraso nacional: todo lo relacionado con la comunicación terrestre. Este tiene conexiones entre las deficientes calles en la capital y el resto del país, la reparación, ampliación  y/o construcción de carreteras, puentes, túneles, vías periféricas en la metrópoli y alrededor de las principales ciudades nacionales. Además de las condiciones de los puertos y aeropuertos, en especial La Aurora, no solo el principal de Guatemala, sino ahora un ejemplo muy claro del subdesarrollo nacional, con el resultado de ser muy difícil, si no imposible, aumentar el número de líneas aéreas, con lo cual se estanca la ya alicaída industria del turismo.

Solucionar el complicado tema de la comunicación terrestre requiere experiencia y capacidad para planificar, no solo amistad.

En suma, es parte del caos nacional. Casi no hay un día sin algún accidente mortal de transportes pesados y de pasajeros, con cauda de muertes. La velocidad del transporte imita el paso de las tortugas. Las autoridades, como escribió ayer con razón el columnista Fritz Thomas, contribuyen con retenes. La Policía de Tránsito interrumpe el paso por horas al colocar cepos a todo vehículo, porque los agentes los colocan y escapan, obligando a los conductores a ir a pagar multas. Contribuye la miríada de motociclistas violadores de la ley al rebasar por la derecha a toda velocidad, sin casco y a veces con dos adultos y un niño a bordo. A esto se le llama colapso: del parque central al Obelisco toma casi dos horas (si no se viaja en helicóptero o en alguna escoba…).  

El país “tortuguea” gracias a las interrupciones causadas por accidentes de transporte pesado en las carreteras, más los agujeros y baches de todo tipo. Viajar de Guatemala a Madrid toma diez horas en avión, y de la capital a Puerto Barrios, nueve horas en autobús (8,687 km, contra 300). A La Antigua, 44 km, casi tres horas, y estamos hablando de las mejores (¡!) carreteras del país. De los caminos de terracería, mejor ni hablar. El caso del libramiento de Chimaltenango es el mejor ejemplo de todo lo peor posible en una obra del Estado: pobre planificación, corrupción, cortísima vida, malísima calidad y un costo exagerado por metro, debido a contratar empresas de reciente formación y sin capacidad, pero sí inauguradas con escándalo por el pésimo Jimmy Morales.     

Por aparte, otros elementos adicionales se unen al colapso. Provoca derrumbes la exagerada tala de árboles y la inclinación tanto de las carreteras como de los cortes en los cerros. Las capas de diversos tipos de suelos en varios departamentos, entre ellos el valle de Guatemala, atrasan y encarecen la construcción de transportes, de túneles y de metros subterráneos en la abarrotada capital. El resultado es hacerlos muy complicados al punto de ser una ilusión cuando se habla de ellos, por lo cual mencionarlos simplemente es una ilusión causante de embotellamientos y de peores atrasos en el transporte público. Mientras, todo el país se afecta porque faltan numerosos puentes y túneles necesarios y realizados tomando en cuenta las necesidades del futuro cercano.     

Debido a esta realidad, la solución de las necesidades del transporte y la obra pública necesita experiencia, no solo buenas intenciones ni amistades o pago de favores. Estas soluciones urgen, sin importar si las realizan sistemas estatales, público-privados o privados. El origen de los fondos es crucial, pero igualmente lo es quién está a cargo. Solucionar la comunicación no es el problema más importante, pues compite con la tarea de la educación y la salud, cuya ausencia aumenta en el futuro cercano otro estancamiento: el humano, del cual depende también el político, ahora convertido en la causa de la corrupción tan rechazada por los ciudadanos, pero mantenida a causa de la captura de las entidades estatales. Es evidente: todos los males están relacionados.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.