Catalejo

Irreflexión de Noboa impide análisis político o ideológico

La indefendible toma de la embajada española aquí en 1980 muestra qué le espera a Ecuador por una acción similar.

Son muy numerosas las maneras para analizar el más reciente acto de irracionalidad política, esta vez verdaderamente grave, ocurrido en América Latina. El ataque a la embajada de México en Quito, ordenado por el presidente Daniel Noboa, solo puede ser rechazado de manera unánime, con independencia de las consideraciones politiqueras, políticas o ideológicas. Los resultados externos no se hicieron esperar, al no haber recibido una sola muestra de apoyo en los países cuyas cancillerías ya se manifestaron, ni de las instituciones supranacionales tanto del continente como del mundo, y por no ser lógica una reacción positiva de nadie. El mandatario ha sido retratado como un jovenzuelo político de 37 años, desconocedor de las mínimas normas de la diplomacia.


El derecho de asilo, en pocas palabras, es sagrado. Naufraga en el absurdo la idea de enviar fuerzas militares extrañamente involucradas en obedecer una orden ilegal para sacar por la fuerza a un asilado tiene descomunal irracionalidad. Ni las dictaduras se han atrevido. El canciller debería haber renunciado al saber de esa acción y ese, sin duda, será el primer efecto, al cual se suma la ruptura de la alianza política interna de partidos no oficialistas, con lo cual pierde el Congreso. No fue una equivocación, sino una estupidez causante de problemas a quienes coinciden ideológicamente con Noboa en el subcontinente latinoamericano. No tienen opción a rechazar esa forma burda de actuar.

La crisis creada por Novoa pone a Ecuador en el campo de un país mal manejado.


La crisis creada por Noboa pone a Ecuador en el campo de un país mal manejado. No existen razones, pretextos y bravatas. Es importante ver este hecho en el contexto latinoamericano actual, donde además de las ya afianzadas dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela, conviven Petro, de Colombia; Milei, de Argentina, Boric, de Chile; Bukele, de El Salvador; López Obrador, de México, y Lula da Silva, de Brasil, inmersos todos en acciones cuestionables tanto internas como externas. La región pasa por una etapa de desasosiego político, de lo cual no se escapa Guatemala, y todo esto en la agitación interna estadounidense, la peor de su historia, y la disminución, en la práctica, de su influencia mundial.


Debido al ataque ecuatoriano, México tiene el papel del agredido a pocas semanas de las elecciones (entre dos candidatas, por primera vez en su historia), lo cual beneficia al oficialismo, porque éste aprovechará y fomentará el sentimiento de unión nacional ante una agresión imposible de justificar. Daniel Noboa, hijo del hombre más rico de Ecuador y excandidato cinco veces a la presidencia, demostró por qué debe haber una edad límite (40 años, en Guatemala), para ser presidente. Para un cargo de esa magnitud, la lógica obliga a colocar más requisitos a los necesarios para trabajos en la iniciativa privada; es el de mayor importancia nacional en lo histórico y en el buen rumbo del país. Requiere de experiencia política real y también de experiencia de vida.


En resumen: por su causa, Noboa queda como dictador; Ecuador se convirtió en país agresor y ya está recibiendo rechazo; López Obrador puede ser reelecto; quienes coinciden ideológicamente, no pueden defenderlo; la oposición interna abandonó la coalición; perderá apoyo cuando los ecuatorianos conozcan por las redes cómo está la situación y cuál es el futuro. No hay lugar para un análisis ideológico ni legal acerca de los compromisos del país, y por si fuera poco, coloca a los jóvenes líderes políticos del resto del continente en posición defensiva. Un desastre total derivado indirectamente de las posiciones fronterizas con lo absurdo de la terquedad de su padre con las intentonas y el accionar del antecesor Rafael Correa, de similares irracionalidades.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.