IDEAS
La “tormenta perfecta” alimentaria
La crisis alimentaria mundial que se está forjando puede llegar a ser una “tormenta perfecta”. Por un lado, está la guerra en Ucrania y su incidencia en la exportación de granos y aceites de Ucrania y Rusia, pero a ello hay que agregar otros elementos que se están dando alrededor del mundo.
' Las exportaciones de productos agrícolas de Ucrania y Rusia representan el 12 por ciento de las calorías que se comercian en el mundo.
Jorge Jacobs
Las exportaciones de productos agrícolas de Ucrania y Rusia representan el 12 por ciento de las calorías que se comercian en el mundo. Si esa producción no llega a los mercados, implican, automáticamente escasez e incrementos de precios.
Se estima que, por lo menos, 20 millones de toneladas de granos están almacenadas en Ucrania, que no se han podido exportar debido al cierre del Mar Negro por parte de la armada rusa, lo que la Unión Europea (UE) ha calificado de un “chantaje”. Ucrania exporta normalmente cinco millones de toneladas de trigo al mes, pero la cifra se ha reducido a entre 200,000 toneladas y un millón.
Pero el problema en Ucrania no solo es cómo exportar lo producido, sino que la siguiente producción será mucho más baja que la actual, por lo que se debe esperar que, aún si la guerra acaba pronto, los problemas de abastecimiento durarán por lo menos un año.
Luego hay que añadir los problemas de sequías que se están dando en Estados Unidos, donde hasta el 66 por ciento de la región donde se planta trigo está afectada por las sequías, al igual que el 56 por ciento de las plantaciones de algodón, el 21 por ciento de las plantaciones de maíz y el 12 por ciento de las plantaciones de soya.
Pero también se están dando problemas como los encierros en China, debido a la política de cero contagios de covid-19 que ha implementado el gobierno. Adicionalmente, hay que agregar el incremento del precio de los fertilizantes, en buena medida por la guerra en Ucrania y las sanciones a Rusia, el principal exportador global.
Todos estos factores se juntan en una crisis que empieza a tener serias repercusiones en los mercados internacionales, ya que varios países, como Indonesia —que es el principal exportador de aceites comestibles del mundo— e India, han empezado a poner restricciones a las exportaciones de alimentos utilizando el argumento de la “seguridad alimenticia”.
El problema principal es para los países que más dependen de las importaciones de alimentos para su subsistencia, siendo los principales, los del norte de África, en donde se pueden prever desde ya más hambrunas y más problemas políticos. Muchos de ellos dependen más del 50 por ciento de sus importaciones de trigo de Ucrania y Rusia. Solo hay que recordar que las manifestaciones de la “primavera democrática” en esa región se dieron como consecuencia de incrementos de precio en el pan.
En Egipto, un país en el que el descontento político suele seguir a las subidas de los precios de los alimentos, la posible escasez de pan es uno de los retos de seguridad más urgentes a los que se enfrenta el gobierno desde el golpe de Estado de 2013 que instaló al presidente Abdel Fattah Al Sisi en el poder.
Sin ser demasiado fatalistas, hay que tomar en cuenta todos estos factores, que podrían generar algún nivel de caos, con repercusiones en todo el mundo. Según la ONU, podríamos estar ante la peor hambruna desde la Segunda Guerra Mundial, lo cual ya es mucho decir.
En el caso de Guatemala probablemente no nos afecte en la misma medida que a los países del norte de África, pero seguramente veremos la principal consecuencia de toda la crisis: alimentos más caros. Por ello es importante estar preparados y considerar en la justa medida la crisis alimentaria que se nos viene a todos encima.