Catalejo

Los cien o 99 días del gobierno de Arévalo

Es el 6.8% del período, pero es muestra suficiente para analizar las acciones del gobierno y de sus enemigos.

Guatemala es el país de lo increíble, y el actual gobierno no puede ser la excepción. No comenzó el 14 de enero, sino el 15 a las 2 a. m., y por ello los cien días no se cumplen mañana, sino el viernes. Este detalle demuestra irónicamente la incapacidad e ignorancia de sus contrincantes, quienes habían fraguado hasta lo imposible para evitar la toma de posesión, porque esta debe ser lo más tarde a las 16 horas del 14, según la ley. Por ello, el innombrable Congreso, repleto de enemigos, ya tenía ganada la batalla: la presidencia estaba vacía y por eso podían convocar a una elección interna, como ocurrió con Pérez Molina, y nombrar a otro presidente. Pero pronto se notó la inexperiencia del grupo Semilla, así como la insuficiente cantidad de personas para gobernar.


Así como una máquina es tan débil como la más débil de sus piezas, en política un grupo político, pseudopartido, es tan débil como el más incapaz, inocente o inexperimentado de sus integrantes. Semilla se concentró en las áreas urbanas y descuidó las alcaldías, con el resultado de tener poca fuerza en el interior, donde el verdadero poder está en los alcaldes. Se olvidó de la frase del estratega chino Sun Tsu, quien hace muchos siglos recomendó a quien va a enfrentarse con un enemigo poderoso y astuto, conocerlo, estudiarlo, pensar como él y sobre todo analizar las fuerzas y sus debilidades tanto propias como del enemigo. Actuar con astucia. Maquiavelo sugirió no tener personas cercanas en el ejercicio del gobierno, porque ellas son desechables.

Un aspecto notorio es la nueva división del país, a causa de la insistencia en no aceptar el resultado de las elecciones.


Cien o 99 días, es el momento de analizar, sin aspavientos, fríamente, y también sin activismos, cuál es la situación y cómo han actuado los activistas y los fanáticos, muchas veces cegados, pero también cómo lo han hecho tanto Bernardo Arévalo como los personajes políticos de su partido. El objetivo de ambos grupos debe ser decidir si quieren destruir al actual gobierno, o si quienes lo ejercen están dispuestos a reconocer sus errores y a darse cuenta de cómo la inexperiencia se paga, pero al mismo tiempo otorga vivencias. A mi criterio, lo más útil es realizar mediciones entre quienes han disminuido su apoyo, se arrepienten de haber votado, y por otra parte quienes apoyan a la adversaria de la segunda vuelta de las elecciones, cuando la tercera opción era no votar.


Un aspecto notorio es la nueva división del país, a causa de la insistencia en no aceptar el resultado de las elecciones. Nunca había pasado. La otra es entender el terrible resultado de la cooptación de las cortes Suprema de Justicia y de Constitucionalidad, pero en especial el convertir al Ministerio Público en el verdadero poder del país, en sustitución al caso de Torres cuando ejerció el gobierno de la UNE, y el de Miguel Martínez cuando era el ser humano más influyente y de multimillonarios negocios turbios con Giammattei, a causa del concubinato entre ambos, lo cual se volvió tema público debido al aprovechamiento del dinero del erario, en detrimento de las necesidades nacionales.


El tiempo pasado desde el 15 de enero equivale al 6.8% de los 1,460 días del gobierno. Es posible alterar el rumbo, entonces, pero como están las cosas, no es exagerado pensar en un retiro del apoyo internacional, aunque este verdaderamente no se ha manifestado, sino solo es ofrecido. Esa alteración de rumbo implica usar los mecanismos constitucionales para poner orden, cumplir promesas dependientes de la voluntad presidencial y acatar las críticas constantes de quienes no fueron sus enemigos e incluso apoyaron el respeto a los resultados electorales, pero ahora empiezan a sentir el peor sentimiento de alguien a quien se ha apoyado: el cansancio, la decepción y el convencimiento de la imposibilidad de lograr cambios en la política nacional.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.