Ideas
No aprendieron nada
Están repitiendo el mismo error, por lo que merecidas se tendrán las consecuencias, una vez más.
Esta semana, nuevamente, el tema político principal en Guatemala es la batalla por el control del Ministerio Público —MP— entre Bernardo Arévalo y Consuelo Porras. Esta vez con acciones concretas. Arévalo presentó al Congreso una propuesta de reforma a la Ley Orgánica del MP —LOMP— con la que, según él, se podría destituir a Porras. Por su parte, Porras interpuso un “amparo preventivo” ante la Corte de Constitucionalidad —CC— por el “riesgo inminente” de que se tomaran acciones para removerla del cargo. ¿Saldrá algo bueno de esta pelea?
Las leyes se deben diseñar pensando qué pasaría si mi peor enemigo llega al ejercicio del poder con esas reglas.
A la propuesta de Arévalo no le fue muy bien en el Congreso. Pasaron dos sesiones esta semana sin que se llegara al quorum mínimo para llevar a cabo la sesión, no digamos a los diputados necesarios —107— para declarar la aprobación de las reformas de urgencia nacional, como hubieran querido los diputados del Movimiento Semilla —MS—. Como ya solo queda una sesión de este período ordinario, si en caso se discute, será en el siguiente período que empieza en agosto. ¿Será casualidad que el ministro de Finanzas anunció que presentarán la solicitud de ampliación del presupuesto por Q14.5 millardos en agosto? Lo dejo a su imaginación.
Por otra parte, a Porras no le fue tan mal. El martes dio una conferencia de prensa bastante subida de tono en contra del presidente, aunque no mucho más que el tono de este contra ella en la cadena nacional del domingo, con lo cual, básicamente, estarían “a mano”. Esa misma tarde, la CC le concedió un amparo provisional protegiéndola de una potencial “destitución ilegal” por parte del presidente.
Sin embargo, mi compañera en el programa Libertópolis al Mediodía, Marta Yolanda Díaz-Durán, sostiene que el verdadero ganador de la semana fue el presidente Arévalo. Argumenta que el presidente se quitó un peso de encima y le pasó la “papa caliente” al Congreso. El puede asegurar, como de hecho lo hizo en un video el mismo martes por la noche, que la responsabilidad ahora recae en los diputados. Creo que le tengo que dar la razón en este punto. Arévalo se quitó la carga de “hacer algo”, porque “ya lo hizo”.
Ello nos deja con un escenario en donde, tanto Arévalo como Porras salieron airosos de las pruebas de esta semana. ¿Alguien perdió? Si, los diputados oficialistas, que son los que ahora tienen la “papa caliente” y, a pesar de su optimismo inicial, se quedaron vestidos y alborotados espantando moscas en el hemiciclo. Ayer no les fue mucho mejor.
Pero para mí lo más importante —y triste— es constatar lo difícil que es aprender de los errores de los demás, no digamos de los propios. Para mí desde el principio estuvo claro que la reforma que se hizo a la LOMP en 2016 era un craso error, sin embargo muchos la apoyaron, incluidos muchos de los que más adelante llegarían a formar parte del MS. Ahora hasta ellos dicen que aprobar esa reforma fue un gran error, sin embargo, no aprendieron cuál fue el error, porque lo pretenden repetir. En aquel momento modificaron la LOMP para “proteger” a Thelma Aldana. Ahora quieren modificarla para “salir” de Porras. Pero el error es precisamente ese, modificar una ley para beneficiar —o fregar— a alguien en particular, en el presente, sin pensar en las consecuencias a largo plazo de sus acciones.
Pienso que las leyes, especialmente las que rigen las acciones de quienes detentan el poder, se deben estructurar bajo la premisa de qué pasaría si mi peor enemigo llega al poder con esas reglas. En este caso, por ejemplo, los del MS deberían pensar qué pasaría, no ahorita que Arévalo es el presidente y Porras la fiscal, sino, por ejemplo, en unos 10 años, cuando alguien como Thelma Aldana esté de fiscal y llegue a la presidencia un Giammattei cualquiera. ¿Quisieran que ese presidente tenga el poder discrecional que le pretenden dar con esas reformas? Si no son capaces de recapacitar sobre eso, no aprendieron nada y merecido se tienen los problemas en los que están metidos.