Desde Ginebra
Nueva época del comercio multilateral
En los últimos años se percibe un paulatino deterioro del desempeño del orden económico internacional.
En los últimos años se percibe un paulatino deterioro del desempeño del orden económico internacional, el cual surgió en las décadas de 1980 y 1990, y ahora podría estar dejando paso a un nuevo orden económico mundial. El gran entusiasmo por la globalización que generó el establecimiento en 1995, con el surgimiento de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en su centro, que se ha enfriado ante los desacuerdos, entre los países desarrollados y los países en desarrollo.
En 1995, los países expresaron su firme compromiso con el multilateralismo con la creación de la OMC, aceptando el sistema de un país un voto y que todas las decisiones se tomen por consenso, lo que significa que ningún miembro objeta el acuerdo.
Después de la crisis financiera mundial de 2008, que deterioró la confianza en el sistema comercial y financiero. Aunque ya antes, con el ascenso económico de China, que responde a un orden económico que en esencia difiere del sistema occidental, si bien no es totalmente incompatible con él, también ha planteado un complejo desafío a la era de la apertura comercial actual.
Desde la crisis del covid-19 en 2020 ha puesto de manifiesto aún más debilidades del sistema existente y ha obligado a numerosos países desarrollados y en desarrollo a reflexionar sobre la manera en que dirigen sus economías.
Es un hecho incontrovertible que el multilateralismo ofrece mejores oportunidades para los países en desarrollo, cuyo poder de negociación individual es escaso frente a los países desarrollados. El hecho de que los países desarrollados hayan intentado socavar una y otra vez el multilateralismo cuando va en contra de sus intereses, lo que demuestra que se trata de un modelo que no necesariamente favorece a las pequeñas y débiles economías.
Ante acontecimientos como la crisis financiera mundial de 2008 y la crisis del covid-19, ha hecho que los países en desarrollo se muestren más dispuestos a aceptar un orden económico donde los países en desarrollo tengan mayor peso y participación en el sistema.
Desde la crisis del covid-19 en 2020 ha puesto de manifiesto aún más debilidades.
El próximo orden económico debe reformarse de manera tal que sea más favorable al desarrollo y para ello es necesario instaurar un nuevo orden económico basado en el reconocimiento de que el sistema económico debe maximizar el espacio político, para que países de distintas necesidades y capacidades puedan adoptar políticas económicas que mejor se ajusten a su situación. Por supuesto, llevará tiempo consolidar un nuevo sistema, si es que surge alguna vez. Por ende, en el ínterin los países en desarrollo deberán aprender a manejarse en un sistema que no se caracteriza por la equidad.
Es mucho lo que se puede hacer en este sentido, la mayor conciencia sobre el hecho de que la humanidad comparte el mismo destino frente a desafíos como el cambio climático y las pandemias; el ascenso de China, un país en desarrollo, como una principal economía del mundo, y el hecho de que los países en desarrollo están superando su complejo de inferioridad frente a los países desarrollados.
Entre los factores está el cambio climático, que está alcanzando un punto de inflexión. La urgencia del problema está obligando a la humanidad a darse cuenta de que el destino será el mismo para todos, lo que está aumentando la presión sobre los países desarrollados, para que hagan más por los países en desarrollo y los ayuden a enfrentar las crisis, entre otros, mediante transferencias de tecnología a gran escala para mitigar el cambio climático y adaptarse a sus efectos.