A pocas semanas del inicio de la campaña electoral de este año 2019, muchos ciudadanos se preguntan cuántos de los llamados partidos políticos sobrevivirán el formidable obstáculo representado por lograr como mínimo un cinco por ciento de los votos, o colocar al menos uno de sus aspirantes a diputados para integrar el Congreso. Los comicios constituyen la hora de la verdad para aquellos ilusos convencidos de lograr convertirse en salvadores del país, una imposibilidad provocada por su creencia de ser magos merlines capaces de arreglar de un solo “varitamagicazo” los problemas del país, o al menos la situación económica de ellos y de sus familiares.

Los números otorgados por la historia de las elecciones son un buen indicador de posibles realidades en las siguientes elecciones. En un resumen, se puede señalar en 88 la cantidad de partidos inscritos y participantes en esas competencias presidenciales, realizadas en 1985, 8; 1990, 12; 1995, 19; 1999, 11; 2003, 11; 2007, 14; 2011, 10 y 2015, 14. De ellos, el 64%, es decir 57, obtuvieron menos del cinco por ciento en la primera vuelta, y desaparecieron. Y de esa suma, 28 partidos, o sea el 31%, no obtuvo ni siquiera el uno por ciento de los sufragios. Con ello quedó demostrada la irracional ilusión de quienes fueron convencidos o dispusieron ser esos elegidos. El menor resultado fue de 0.12%, en 1999. (datos oficiales del Tribunal Supremo Electoral.)

Cuando se aplican esas cifras a la próxima elección, se puede asegurar la eliminación en primera vuelta de 18 partidos, por sacar menos del cinco por ciento de los votos, y entre esos eliminados ocho no sacarán siquiera el uno por ciento, con lo cual quedará comprobada una vez más la razón del desapego de los ciudadanos al sistema partidista de la manera como está organizado ahora. Se evidenciará la necesidad de realizar cambios a fin de evitar la repetición de esas burlas a la inteligencia de los ciudadanos, a causa de la absurda división y el egocentrismo de quienes centran su participación en la idea de ser los llamados a constituir el centro de la actividad política. Una prueba de esta tendencia se presenta en aquellos partidos cuyo secretario general resulta ser al mismo tiempo el aspirante a la presidencia. Ahí se comprueba la horda política.

De los partidos de casi segura participación en las elecciones de junio, la lista de los 18 a punto de desaparecer, a mi criterio, son los siguientes: ADN, Avanza, Victoria, MLP, Bien, Unidos, Viva, FCN, Libre, Fuerza, UCN, Creo y Convergencia. El Partido Unionista ha participado tres veces solo, con un resultado promedio de 2.7%, por lo cual, aun considerando un aumento del 50% de votos favorables, su techo queda en 4% y su supervivencia depende de poder llevar al heredero de esa dinastía política a un lugar en el Congreso. Alejandro Giammattei ha participado tres veces, con un resultado promedio de 8.2%. Probablemente sobreviva para la quinta intentona. En todas las elecciones, el mayor porcentaje en primera vuelta la tuvo Alfonso Portillo, con 47.72% de los votos válidos.

Sandra Torres participó una vez y obtuvo 19.52% en la primera vuelta y 34.52% en la segunda. Zury Ríos también participó una vez y obtuvo el 5.89%. Conocer estas cifras permite prever mejor los resultados de junio y así establecer algunas tendencias de los votantes. Faltan pocas semanas para la salida oficial de la carrera y aún puede reducirse el número de participantes, en caso la sensatez toque a la puerta de los aspirantes sin ninguna posibilidad de lograr algo adicional a desilusionarse con el resultado y haber perdido dinero de sus escasos financistas. Para finalizar, hay otro elemento interesante: en todas las elecciones, los primeros cuatro contendientes tuvieron entre el 63 y el 90% de los sufragios. Si eso repite, tres cuartas partes de los partidos pasarán de inmediato al cementerio de la historia política.