catalejo

Tiempo de aceptar y cambiar cien días de equivocaciones

En estos cien días hubo demasiados errores de adversarios y simpatizantes. Urgen reuniones para no repetirlos.

Los primeros cien días desde el 15 de enero han sido testigos de una serie de equivocaciones del gobierno, sus seguidores y adversarios políticos y los ciudadanos no interesados en la política. Nunca como ahora: a) Se despertó el interés de un grupo numeroso de ciudadanos, porque se respetaran los resultados, una tradición desde 1986. b) Fue tan duro y constante el ataque a un candidato impopular entre los sectores conservadores extremistas. c) Llegó al poder un partido de hecho capitalino, con mínima experiencia en el Congreso y poquísimos alcaldes y d)   La comunidad internacional intervino con fuerza ante las increíbles ilegalidades del oficialismo pasado. Además, el presidente anterior participó en forma descarada para beneficiar al candidato oficial.

En estos cien días hubo demasiados errores de adversarios y simpatizantes. Urgen reuniones para no repetirlos.

En este lapso, todos se equivocaron: opositores, gobierno y simpatizantes,  por motivos variados y muchas veces sorpresivos. Esto se debe a la falta de experiencia, natural cuando se llega por primera vez y en forma sorpresiva a ganar la presidencia, y también cuando los opositores derrotados deciden hacer oposición firme, ante un gobierno causante de inseguridades para los intereses económicos, pero por torpeza o cegamiento se vuelven  fanáticos cuyas críticas se derrumban al estar embarradas de insultos y a veces maldiciones repetidas, abiertamente o dentro del anonimato. Ha llegado el momento de cambiar posiciones. Se deben aceptar los errores cuando son mencionados a los culpables y también de doblar la página y pensar en el futuro del país.

Internacionalmente, la situación no ayuda. El interés de Europa y Estados Unidos por el istmo centroamericano no pasa de promesas, ya está disminuyendo y puede desaparecer a causa de hechos de posibles efectos devastadores: la guerra entre Palestina e Israel y este último país con Irán y Palestina en el conflicto de Gaza. A esto se agrega la elección en Estados Unidos entre Biden y Trump, si el sistema jurídico no impide su participación. Internamente hay guatemaltecos interesados y preocupados por la situación nacional, sin muros partidistas o ideológicos. El presidente y sus adversarios deben escuchar ideas de personas capaces, de pensamiento sereno, con experiencia de vida y deseo de colaborar para mantener a flote el naufragante buque nacional. 

Los guatemaltecos, aun aquellos con cierto nivel de pensamiento liberal, mantenemos una porción de conservadurismo en determinados temas, como la llamada paridad de género (es de sexo, pero en fin…) porque de hecho es ofensivo para una mujer quedar fuera porque hay menos hombres, o ser agregada simplemente porque debe haber igual número de seres humanos del mismo sexo. Esto no es aceptado por el feminismo equivocado. Ser feminista es algo muy distinto. Por ello, Arévalo debe escuchar sugerencias de cómo actuar en temas tan controversiales y aceptar de inmediato si le son ofrecidas. En este tema quienes practican el feminismo irreflexivo y mantienen una posición ideológica contraria  coinciden con quienes, hombres o mujeres, son opuestos.  

Entender un problema al descubrir su causa es llegar a la mitad de su solución. Si lo hacemos con la situación del país, las soluciones son políticas para lograr el beneficio de la colectividad. Meditar sobre las consecuencias de las actuaciones políticas es una forma de comprender los efectos de estas respecto al futuro del país. Estamos como estamos, entre otras causas, por el empecinamiento de negar algo de razón a quien piensa y actúa distinto. Si se desea evitar el naufragio nacional no hay alternativa al diálogo basado en el respeto y en la búsqueda de soluciones, áreas comunes de pensamiento. El temor de un final inesperado a este período presidencial ya pasó del pensamiento de algunos a un mensaje reciente por medio de redes sociales. Esa posibilidad no beneficiará a nadie.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.