IDEAS
Un año de guerra
Hoy se cumple un año desde que Vladímir Putin ordenó a sus tropas atacar e invadir Ucrania. Lo que probablemente casi nadie esperaba, que una guerra abierta se diera en suelo europeo, rompió todos los presagios. En este año hemos visto cómo el mundo, no solo Ucrania y Rusia, o incluso Europa, cambió.
' La guerra aparenta que durará mucho más, y nos seguirá afectando a todos, nos demos cuenta o no.
Jorge Jacobs
La guerra aparenta que durará mucho más, y nos seguirá afectando a todos, nos demos cuenta o no, por muchos años después de que concluya.
Desde el principio, esta guerra ha sido muy distinta a lo que se podía esperar. Según Putin y la mayoría de “expertos” militares —de todos los bandos— la batalla por Ucrania sería pan comido para el ejército ruso, que supuestamente en unos pocos días arrasaría con la oposición en Ucrania y entrarían triunfantes a Kyiv, como Hitler entró a París.
Pero nada salió como lo esperaban. El punto de inflexión en estos primeros días, desde mi perspectiva, fue cuando Volodímir Zelenski, en lugar de aceptar un salvoconducto ofrecido por el gobierno de Estados Unidos, decidió quedarse y pelear. “No quiero jalón, quiero que me manden armas”, fue su respuesta que quedará inmortalizada en la historia universal. De un presidente débil, con muchas acusaciones de corrupción, Zelenski se reinventó como un presidente de guerra, capaz de inspirar a los ucranianos a resistir y a pelear por sus familias y sus tierras.
De allí en adelante, la marea cambió. Putin esperaba quebrar a Europa y la Otán, pero el tiro le salió por la culata. La Otán se ha visto reforzada como no lo había estado desde la guerra fría. Europa, con todo y sus altibajos y aun con los temores de congelarse durante el invierno, se unió en el apoyo a Ucrania. Países que habían logrado mantenerse “neutrales” durante toda la guerra fría, Finlandia y Suecia, rápidamente decidieron pedir la protección de la Otán. Incluso países que, desde la segunda guerra mundial se habían tratado de mantener alejados de todo conflicto, como Alemania y Japón, cambiaron y no solo decidieron invertir más en sus ejércitos, sino apoyaron el esfuerzo bélico de Ucrania. Hasta Suiza, legendariamente neutral, dejó de serlo. Lo que Putin logró, seguramente no lo habría logrado ningún líder occidental.
Luego vinieron los fracasos militares de Rusia y las victorias del ejército ucraniano, que han demostrado en incontables ocasiones como se puede pelear una guerra con casi todas las posibilidades en contra, pero con mucha creatividad y coraje.
Pero la guerra está muy lejos de terminar. Es difícil que, en las circunstancias actuales se pueda llegar a un final negociado. Y las cosas todavía se pueden complicar más. El anuncio de Putin de “suspender” el tratado Nuevo Start eleva las tensiones y hace recordar, los momentos más álgidos de la Guerra Fría. A ello se suma la derogatoria el martes del decreto con el que Rusia reconocía la soberanía de Moldavia, lo que promete complicar todavía más el conflicto, tomando en cuenta que Rusia tiene soldados en la región disputada de Transnistria.
Para complicar más el escenario geopolítico, las tensiones entre Estados Unidos y China continúan incrementándose, lo que pone presiones ya no solo sobre Europa sino también sobre Asia y el Pacífico.
En qué puede terminar estos conflictos no lo podemos saber con certeza. Lo único que podemos saber es que la geopolítica influenciará nuestras vidas de manera considerable durante un buen tiempo y debemos estar atentos de lo que está sucediendo en el mundo y cómo nos puede afectar. Yo espero que estos conflictos se resuelvan y podamos regresar a una época de mayor tranquilidad, aunque al parecer, todavía falta mucho para ello.