LIBERAL SIN NEO
¿Cuál es esa fuerza vital?
La palabra “entelequia” proviene de la metafísica aristotélica: la completa realización y forma final de algún concepto o función potencial, o las condiciones bajo las cuales algo potencial se realiza. En filosofía, entelequia se entiende como “un tipo particular de motivación, necesidad de autodeterminación, una fuerza interna dirigiendo la vida y el crecimiento a convertirse en todo lo que se es capaz de ser; la necesidad de actualizar nuestras creencias, tener tanto una visión y la capacidad de actualizar esa visión desde adentro”.
Entelequia es un concepto que generalmente se usa para identificar aquello que hace la diferencia entre mera materia y un cuerpo viviente. Aristóteles acuñó el término para identificar la causa entre lo potencial y su realización.
Entelequia es aquello que realiza o hace efectivo lo que de otra manera es meramente potencial. El concepto está ligado a la distinción que hace Aristóteles entre materia y forma, o lo potencial y lo actual o realizado. La mera materia o elementos no es aún la cosa real; “requiere cierta forma, esencia o función para completarla”. Esta fue la doctrina central de la filosofía de la naturaleza de Aristóteles. En el caso de un organismo vivo, la simple materia del organismo o “síntesis de substancias inorgánicas”, puede distinguirse de cierta forma, función o actividad interior, sin la cual no sería un organismo con vida; a esta “alma” o “función vital”, Aristóteles le llamó la “entelequia” del ser viviente.
Doy por buena toda objeción que los expertos en metafísica y filosofía pudieran hacer de mi interpretación y comprensión del significado de entelequia, su contexto y derivados. Confieso que no soy filósofo ni aspiro serlo; es un campo muy elevado para mis alcances. Ni llego a Aristóteles por el lado de la filosofía, sino por la ruta de mi fascinación con la historia en general y la Antigua Grecia en particular.
¿A qué viene la entelequia? De alguna manera está al centro de lo que buscamos todos los que nos preocupamos por los problemas sociales y económicos de este país. Quienes escarbamos, analizamos, examinamos, estudiamos, medimos, describimos, discutimos y enunciamos los problemas de esta sociedad, a la vez que formulamos, exponemos, identificamos, especificamos, construimos y proponemos soluciones. A los que nos preocupa la pobreza y el subdesarrollo, la miseria y desnutrición, las “faltas”; de salud, educación, seguridad, oportunidad y prosperidad. ¿Cuál es esa forma, función o actividad interior, que pudiera tender un puente entre el potencial y la realización? En chapín, esa alquimia para que Guatemala pudiera pasar de zope a gavilán. ¿Cuál es esa chispa, fuerza vital, energía o alma que pudiera hacer que Guatemala, o mejor dicho sus habitantes, se encaminen a ser todo lo que pueden ser? ¿Cuál es esa entelequia?
Somos testigos de hechos que retan no solo nuestra humanidad y sensibilidad, sino nuestro intelecto y capacidad para tratar de mejorar nuestra sociedad. Ver la fotografía del niño Danilo Ramírez, el menor de catorce hermanos, hijos de María Sotera Gómez, sentados frente a su vivienda, muriendo de hambre, lentamente, es un reto (PL 3/12/2016). ¿Por qué está desnutrido este niño? ¿Por qué María Sotero Gómez y su esposo traen al mundo catorce hijos, si no les pueden dar de comer?
De las profundas interpretaciones de entelequia, me quedo con la necesidad de actualizar nuestras creencias; tener tanto una visión y la capacidad de actualizar esa visión desde adentro.
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