PANÓPTICA

Draculillo ¿presidente?

FRANCO MARTÍNEZ-MONT *

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Luego de la resaca electorera ilegal e ilegítima (y encima de todo prohibido el aguardiente ante el suicidio de la democracia y el secuestro del Estado) caracterizada por la domesticación política, pobre cultura democrática, amnesia histórica, ciudadanía simulada/vendida y masoquismo societal, los resultados electorales son aterradores donde Draculillo, del FCN-Nación, obtiene el primer lugar con un 25%, y en disputa cerrada por colarse a segunda vuelta Sandra, de la UNE, con 19.67%, y Baldizón, de Líder, con 19.62% (impugnaciones y enfrentamientos latentes), cuando va escrutado el 97% del total de votos válidos (4% votos nulos, 5% votos en blanco y 30% de abstencionismo).

Pero, más allá de este fiasco electoral, cabe preguntarse lo siguiente: ¿Quién y cómo están conectando la crisis los candidatos, con sus panfletos de gobierno? ¿Cuáles son las estrategias de y para la gobernabilidad del futuro president@, ante un Congreso fragmentado y con diputados novatos? ¿Cuáles son los temas estratégicos que debe priorizar la resistencia ciudadana para la reforma integral del Estado, frente a un futuro gobierno sin ideales y sin materia política? Y ¿cómo provocar rupturas sostenidas en el sistema, para transitar de una crisis política-institucional hacia una crisis económica y social que trastoque los intereses de los grupos de poder?

Además, es importante reflexionar ¿por qué Draculillo se perfila como el nuevo mandatario de la Nación? Lanzo algunos perdigones para polemizar: a) candidato que le da mayor estabilidad al rancio sistema (rutinizará la crisis haciendo chapuces improvisados); b) encarna el imaginario del individuo no corrupto, no del liderazgo democrático alternativo que demanda el clamor popular (antipolítica, ingenuidad y es un actor apropiado del personaje presidencial); c) es un monigote funcional (Avemilgua, Cacif, Embajada de los EE. UU., cúpula militar y uno que otro cartel gobernarán de facto); d) es ventajoso no contar con gabinete de gobierno (una parcela de tecnócratas de la Escuela de Gobierno de Cayalá y otros militares “ilustrados” debutarán en la función pública); e) agilizará el andamiaje jurídico y político para el saqueo de recursos naturales (industria extractiva y acumulación por desposesión); f) podría convocar a una ANC, reviviendo Prorreforma, privatizando aún más al Estado, remilitarizando la sociedad y favoreciendo los privilegios históricos de los grupos corporativos de capital; g) no tendrá gobernabilidad ministerial, pues Jafet Cabrera no es una contraparte política desarrollista (no es un Stein o un Flores Asturias); y h) será un comandante general del Ejército, con anticuerpos en los cuadros medios, por las barrabasadas de OPM y por el grupo que representa, una milicia golpeada en su ego y molesta por el monopolio de los negocios.

Finalmente, el gobierno entrante debe ser un gobierno provisional, no de transición (ojalá AMA deje una ruta trazada), quien debe hacer las reformas profundas e integrales al Estado y al sistema político al mando de un estadista con vocación democrática, no con un aprendiz de burócrata con raigambre militar contrainsurgente.

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