Dúo humanista digno de premio

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Entender esto es fundamental para calificar la tarea de dos guatemaltecos: Fernando Mazariegos y Philip Wilson, humanistas practicantes, ambos merecedores del reconocimiento nacional. Constituyen una nueva comprobación de la manera de ser y de actuar de muchos guatemaltecos. Y destacan en el humanismo, como otros lo hacen en la tecnología, cultura, literatura en cualquiera de sus manifestaciones, deportes y demás. Por esas cualidades merecen un reconocimiento a su tarea, realizada con modestia y sin aspavientos.

AMBOS SE RELAcionan con un producto guatemalteco denominado Ecofiltro, consistente en un filtro de barro preparado para convertir cualquier tipo de agua contaminada en agua potable a toda prueba. Lo inventó en 1981 el ingeniero Mazariegos, nacido en Panajachel, donde vive, quien decidió donar al mundo entero los beneficios de producirlo. Ahora se utiliza en 35 países de América Latina, Asia y África, con beneficio para 2.5 millones de personas actualmente. En Guatemala 230 mil familias lo utilizan. El otro miembro de este dúo humanístico, Phillip Wilson, es un guatemalteco con sangre inglesa, quien encabeza al grupo de personas cuya tarea es producirlo y hacerlo llegar a las comunidades guatemaltecas en pagos a plazos.

EN 2006 FUE CREADA UNA ONG para donar los ecofiltros a las comunidades, pero la experiencia ha comprobado el mayor éxito de hacerlo llegar por medio de una empresa social. Se puede adquirir en ferreterías tanto en la ciudad de Guatemala como La Antigua y otras ciudades y en las comunidades rurales por medio de pagos parciales a las comunidades rurales, dentro del programa llamado Agua por Vida, con lo cual aumenta el interés por tenerlo y mantenerlo. Las madres han señalado la reducción de enfermedades gastrointestinales en las familias, porque el agua contaminada se vuelve de primera calidad. Científicos internacionales y locales apoyan el ecofiltro, por ser eficiente para remover la contaminación, eliminar parásitos y turbulencias del agua, bajo precio, asequible, simple de utilizar, sin depender de la electricidad.

ESTE INVENTO TAN SENcillo tiene una serie de ventajas adicionales. En las áreas rurales disminuye el corte de árboles, porque ya no hay necesidad de hervir el agua para purificarla. En las ciudades baja el gasto en agua potable, cuyo monto tiene alrededor de mil quetzales anuales por familia. Y en ambos casos disminuye también la necesidad de medicinas y de visitas médicas u hospitalarias. No se debe olvidar el escalofriante dato de la contaminación del agua en Guatemala: puede llegar al 95%. Las consecuencias de este escondido enemigo en demasiadas ocasiones no son conocidas o no se les otorga la importancia debida. De conocerse, sería muy grande el esfuerzo tanto gubernativo como privado por ayudar a solucionarlo.

FERNANDO MAZARIEGOS es ingeniero bioquímico, con larga trayectoria científica nacional e internacional. Philip Wilson tiene una maestría en la universidad Wharton, en Estados Unidos, decidió dedicar su vida a llevar agua potable al millón de familias necesitadas en Guatemala. Ambos constituyen un dúo humanístico: piensan en el prójimo, no en ellos. El ecofiltro ha beneficiado a millones en todo el mundo y está logrando su meta en nuestro país. Por eso es natural y sobre todo justo sugerir al Gobierno guatemalteco otorgarles uno de los reconocimientos y premios otorgados a los ciudadanos de primer nivel. La Orden del Quetzal está hecha para premiarlos y demostrar gratitud en nombre de los beneficiados en todo el mundo.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.