EDITORIAL
Adiós a Qatar marca el retorno a la realidad
La inédita temporalidad del recién finalizado Campeonato Mundial de Futbol de Qatar mantuvo buena parte de la atención pública en las incidencias de 64 partidos. Usualmente esta ventana de distracción cuatrienal ocurre entre junio y julio, pero las condiciones climáticas del emirato obligaron a desarrollarlo desde el 20 de noviembre hasta ayer, con lo cual casi colinda con la semana de celebración de Navidad y Año Nuevo. Ganó Argentina, después de 36 años, ante una aguerrida selección francesa que se levantó dramáticamente dos veces antes de caer en la inexorable tanda de los penales.
Siempre quedan lecciones, cifras e hitos que permiten ver el futbol como algo más que un simple deporte: una sublimación de rivalidades políticas, un espacio para la difusión de mensajes controversiales, un pedestal para individualidades destacadas cuyo brillo solo se demuestra al reconocer que es el trabajo en equipo el que produce los resultados anhelados incluso a pesar de posibles traspiés iniciales, prueba de ello es que grandes jugadores de la élite mundial se despidieron sin poder tocar la etapa final.
El país organizador arrastró la polémica del alto costo económico y humano de la construcción de estadios, debido a la mortalidad de obreros indios, bangladesíes, filipinos, yemeníes y de otras nacionalidades; así también las reglas gubernamentales para la conducta de los visitantes desataron múltiples críticas en los prolegómenos de la Copa, pero a la larga no hubo mayores incidentes a causa de estas. Este mundial masculino fue el primero en el cual participó una terna de árbitras, de Francia, Brasil y México, un hecho sin precedentes en campeonatos del mundo y que fue solventado con total eficiencia.
Los efectos migratorios en la composición poblacional de países de Europa y Norteamérica se manifiesta cada vez con mayor fuerza y espontaneidad. Jugadores de ascendencia africana, algunos nacionalizados o descendientes de padres migrantes, defienden con pasión los colores del país donde residen. A la larga se trata de una muestra del potencial de la interculturalidad, del derecho a migrar en busca de oportunidades y también de un revés contra todo racismo o xenofobia, actitudes destructivas que usualmente son mantenidas por facciones ultraderechistas.
A la larga triunfaron la competitividad, la organización táctica, el liderazgo cooperativo y la creatividad individual apoyada por un colectivo cohesionado. Si bien no puede hablarse de un ocaso de ídolos, el campeonato fue sorprendiendo con eliminación de equipos estelares como Alemania, España, Brasil, Inglaterra, Uruguay o Portugal, a la vez que hubo grandes sorpresas como las aguerridas tácticas japonesas o la garra de Marruecos, que quedó en un sorpresivo y muy honroso cuarto lugar: es el primer país de África en llegar a esta instancia, lo cual demuestra que con mística y trabajo no hay imposibles.
Argentina festeja y la Copa será un bálsamo para la difícil realidad social y económica que afronta su población. Aunque Francia tiene muchos admiradores en Guatemala, Lionel Messi y compañeros poseen muchos más, su triunfo fue celebrado incluso con cohetería en barrios y mercados, pero ahora se viene el cierre del año 2022, con todo y su contraste de crecimiento e inflación, de carestía y emotividad. La escuadra argentina recibirá US$50 millones por haber ganado. El admirador quizá reciba aguinaldo y se viene un 2023 electoral que inicia con una dura cuesta de enero, regreso a las clases presenciales, retorno al tránsito, vuelta a la realidad.