EDITORIAL

Anam: botín millonario y una sede sin erigir

Queda claro que la Anam precisa de una reingeniería administrativa y de una auditoría de ingresos y gastos.

El 29 enero del 2022, Francisco Mejía, alcalde de El Jícaro, El Progreso, obtuvo, sin votación, la presidencia de la Asociación Nacional de Municipalidades (Anam), debido a que la planilla rival declinó su participación. Mejía contaba con el aval del entonces presidente —Alejandro Giammattei—, y para más señas, consiguió en las elecciones del 2023 su cuarta reelección, con el partido Vamos. De hecho, un video viral en el cual el exdirector del Centro de Gobierno Miguel Martínez cantaba a todo pulmón la canción Jefe de jefes, fue grabado en julio del 2022, durante una “jornada de afiliación” en El Jícaro.

A pesar de estar en su cuarto período edil, los resultados de la prolongada administración de Mejía no se han destacado ni han evolucionado dentro de la evaluación de Ranquin de Gestión Municipal. Las calificaciones de eficiencia administrativa, rendición de cuentas, información a la ciudadanía e índice de calidad de los servicios públicos, evaluadas por Segeplán, obtienen calificaciones intermedias, por no decir mediocres.

En noviembre del 2022, el presidente Giammattei asistió a la asamblea de la Anam, en la que ofreció apoyo con fondos públicos para construir la sede de la entidad, y cada alcaldía debía aportar Q15 mil para adquirir el terreno. Mejía saludó a Martínez, quien también asistió a la reunión y elogió al hoy exmandatario: “Usted, presidente Giammattei, no necesita zapatos para dejar huella”, le dijo. También se encontraba en aquella reunión el contralor general de Cuentas Frank Bode y el entonces diputado Manuel Conde, quien en el 2023 sería el presidenciable oficialista que quedó en tercer lugar. En enero del 2024, Mejía declinó por la reelección en la  Anam, y quedó como planilla única la encabezada por Sebastián Siero, quien a su vez tuvo el aval del presidente Bernardo Arévalo.

El caso es que Mejía se resiste, por razones desconocidas, pero en todo caso ilegales, a entregar la presidencia del Plan de Prestaciones del Empleado Municipal, cargo que corresponde a Siero por ser presidente de la Anam. Mejía interpuso dos amparos, a todas luces dilatorios, que fueron rechazados, y sigue en el puesto, en donde detenta un fondo de hasta Q900 millones y por cuyo destino ya se empieza a temer dada la conducta del edil.

Por si fuera poco, la vociferada construcción de la sede de la Anam nunca se concretó. El 26 de enero último, días antes de la elección en la cual Mejía declinó participar, anunció la “inauguración” del supuesto edificio, en la zona 13. Sin embargo, el alcalde Siero denunció que Mejía nunca la compró y que solo hizo una promesa de compra a los propietarios del inmueble. Sin embargo, las municipalidades sí efectuaron el desembolso solicitado en aquella asamblea extraordinaria de finales del 2022 para comprar un terreno.

Queda claro que la Anam precisa de una reingeniería administrativa y de una auditoría de ingresos y gastos. Se trata de una organización privada, sí, pero que agrupa a los 340 alcaldes del país y que en conjunto puede definir apoyos que han sido buscados por cada mandatario de turno a lo largo de los últimos 25 años. Queda claro que ha sido utilizada como una baza política de conveniencia pero, a la vez, su incidencia en el fondo de prestaciones municipales la convierte en un codiciado botín económico. Ya que hasta el contralor estaba en la asamblea del 2022, bien le convendría informar sobre cómo fiscalizó la entrega de aquellos Q15 mil por comuna y su utilización, si es que lo sabe. Por lo demás, ya hay denuncias contra Mejía, y el Ministerio Público debería actuar con la misma celeridad de la que ha hecho gala en otros casos.

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