Editorial
Anhelado triunfo olímpico en París
Con la medalla de bronce obtenida en la disciplina de tiro, modalidad de foso olímpico, en los Juegos de París 2024, el atleta guatemalteco Jean Pierre Brol encendió el júbilo de todo un país, y también se convierte en motor de autoestima nacional y aviva una vez más la confianza en el potencial del talento guatemalteco para triunfar a niveles de competitividad global. Las reacciones del público en redes sociales permiten colegir que se trata de una rama deportiva poco conocida en el país, aunque no por ello menos demandante.
El nivel de los competidores y de los otros dos medallistas, del Reino Unido y China, así lo demuestra y engrandece el logro de Brol, quien entró sin complejos a la justa. De acuerdo con sus emotivas palabras, su objetivo era el oro. Tuvo una primera ronda exitosa y luego un pequeño traspié en la segunda. No obstante, consiguió pasar a la final, en la cual demostró aplomo, concentración y buena condición física para finalizar con 35 puntos y con ello conquistar el tercer lugar olímpico. Su más cercano perseguidor quedó con 30 puntos: una victoria loable que es justo premio a una carrera de esfuerzo.
Jean Pierre Brol se convierte en todo un símbolo de perseverancia, fortaleza y excelencia; su nombre figura ya en la lista de oro de los más grandes deportistas guatemaltecos.
Brol se convirtió, con esta gesta deportiva, en el segundo atleta guatemalteco en lograr ese elusivo y disputado sueño: una medalla de Juegos Olímpicos. La primera fue, como bien se recordará, en las justas de Londres 2012, cuando el altaverapacense Érick Barrondo consiguió la plata en la competencia de marcha en 20 kilómetros. Desde entonces, la espera ha sido larga y por poco queda truncada la participación en las olimpiadas de París debido a los desvaríos de una exdirectiva insensata del Comité Olímpico Guatemalteco y al controvertido fallo de la Corte de Constitucionalidad actual, que suspendió los estatutos exigidos por el Comité Olímpico Internacional.
Este fallo originó la suspensión de Guatemala de toda competición del ciclo olímpico desde octubre del 2022 hasta marzo del 2024. Fue un amparo sospechoso que queda anotado en la historia para los magistrados que lo avalaron: Dina Josefina Ochoa Escribá, Héctor Hugo Pérez Aguilera, Néster Mauricio Vásquez Pimentel y Leyla Susana Lemus Arriaga. Fue lesivo, porque dejó a los atletas guatemaltecos compitiendo como apátridas, sin poder cantar su himno nacional ni ondear su pabellón en juegos centroamericanos y panamericanos.
Peor aún, casi un año tardó en ser abordado, por la CC, el desistimiento de la denuncia que dio origen a tan improcedente orden. Grupos de deportistas efectuaron manifestaciones pacíficas y múltiples peticiones, pero sus llamados fueron desoídos por largos meses, hasta que el despropósito se volvió una afrenta y la supuesta inconstitucionalidad fue legal y, por lo tanto, insostenible. No obstante, en la sesión de la CC que dejó vigentes los estatutos, la magistrada Lemus votó en contra de la resolución.
La exdirectiva del COG dirigida por Jorge Rodas quedó fuera; la actual directiva, presidida por Gerardo Aguirre, no pudo asistir a París debido a un arraigo. Ese pulso remanente refleja a la perfección las ambiciones desmedidas que asedian al deporte guatemalteco. Los fondos constitucionales son vistos como botín por ciertos grupúsculos interesados en medrar con el erario y no en los altos valores del olimpismo. La segunda medalla olímpica debe generar un impulso a nuevas instalaciones deportivas dignas, mejorar las existentes y aumentar las becas para jóvenes talentos a fin de multiplicar el semillero de futuros medallistas. Jean Pierre Brol se convierte en todo un símbolo de perseverancia, fortaleza y excelencia; su nombre figura ya en la lista de oro de los más grandes deportistas guatemaltecos.