EDITORIAL
Aporte de identidad
Guatemala está integrada por un mosaico multicultural que nunca deja de sorprender. Creencias y cosmovisiones tradicionales enraizadas en la historia siempre se traslucen al futuro gracias a su vigente riqueza espiritual, axiológica y vivencial. El tiempo como factor existencial tiene diversas cuentas: para el calendario gregoriano vivimos los primeros días del 2024, pero para varias iglesias cristianas ortodoxas, por ejemplo, ayer se conmemoró la Navidad del 2023, debido a que aún utiliza el calendario juliano. El calendario hebreo se encuentra actualmente en al año 5784, mientras que el calendario musulmán marca el 1446. Cada uno con su explicación cultural y contexto espiritual.
En esa misma línea de coexistencia se inscribe el calendario maya, reconocido por ser uno de los más exactos de la historia. Recordemos el revuelo mundial que causaba en 2012 el comienzo de un nuevo ciclo: el 13 baktún, período de 144 mil días, que a su vez está integrado por divisiones temporales menores, como el tun, de 360 días, y el katún, de 7,200 días.
Según la cosmovisión maya, que en Guatemala hermana a 21 etnias, cada día tiene su propio balance de energías, lo cual incide en efectuar tareas como siembras y cosechas, emprender negocios, efectuar diálogos, descansar, realizar viajes o desempeñar actividades creativas. Tal abordaje de la existencia ofrece posibilidades y riquezas que merecen ser aprovechadas de forma proactiva, debido a que ese calendario nació aquí en esta tierra hace más de tres milenios, por lo cual merece ser compartido, sobre todo con las nuevas generaciones.
Es precisamente esa intención de difusión cultural de elementos identitarios la que motiva este año una nueva serie de láminas educativas sobre el calendario maya en el ejemplar de Prensa Libre. A partir de mañana se publicarán relatos tradicionales de nawales del calendario maya, como un esfuerzo por hacer llegar de manera didáctica este contenido a todos los lectores, pero sobre todo a maestros y escolares. Este material puede ser útil para la materia de interculturalidad, pero también para la comprensión lectora.
La apertura a la multiculturalidad es muy importante, pero sobre todo este año, cuando se conmemoran los 500 años de la primera mención del nombre Guatemala durante la ruta del conquistador Pedro de Alvarado. Es innegable que hubo atrocidades, violencia e intolerancia hace cinco siglos, pero lo importante es ver hacia adelante y notar que la cultura maya sigue viva y palpitante, pero también hubo un proceso de mestizaje y habitamos en un mundo multicultural, interconectado digitalmente y fuertemente marcado por migraciones que siguen reconfigurando el devenir.
Ya en tiempos prehispánicos había desplazamientos poblacionales, pugnas, dinastías y transformaciones, pero también siguen existiendo en el tiempo actual. El territorio guatemalteco es crisol de culturas, expresiones y potenciales: eso es lo que se debe exaltar con una visión de unidad. La integración no es uniformidad y de cada identidad siempre se puede aprender aquello más valioso para mejorar la vida personal y comunitaria. Por eso siempre decimos que en Prensa Libre nos debemos a Guatemala y a los guatemaltecos.