EDITORIAL
Apuesta por ciencia e innovación debe crecer
Grandes expectativas despierta desde su fase inicial el proyecto denominado Alianzas Sostenibles para la Innovación, Investigación y Emprendimiento (Aspire) que se implementará en Guatemala y que fue elegido por la Agencia Internacional de Estados Unidos para el Desarrollo para brindarle apoyo financiero superior a los Q100 millones, que se aportarán a lo largo de cinco años, lo cual denota una planeación cuidadosa y una visión de sostenibilidad.
Para hacer realidad este proyecto se unen esfuerzos de la Universidad del Valle de Guatemala (UVG), la Asociación Guatemalteca de Exportadores (Agexport) y el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, en inglés), entidad cimera en el campo de la investigación científica y el impulso de la innovación que estará a cargo de liderarlo.
Entre los aspectos más encomiables y alentadores figura la intención de fortalecer los centros educativos de la UVG, tanto en su sede central como en el campus del altiplano, en Sololá, y el de la Costa Sur, en Santa Lucía Cotzumalguapa, Escuintla, para poder ampliar su respuesta a las demandas de formación en materia de ciencia y tecnología, conexión entre necesidades concretas de la industria y las comunidades, mejoras en la competitividad de pequeñas y medianas empresas, fortalecimiento de capacidades en cadenas productivas, especialmente aquellas que apuntan a la exportación. Es allí donde cobran un papel protagónico los 26 sectores que integran Agexport, a fin de proveer a la educación universitaria de una pertinencia local y a la vez potenciar su nivel de desarrollo, un círculo virtuoso que busca generar mejores oportunidades para los jóvenes y así evitar la migración.
La participación, como coordinador, del ingeniero Víctor Hugo Ayerdi, quien lideró al enorme equipo que desarrolló el proyecto del primer satélite guatemalteco, Quetzal 1, aporta un valor extra a esta iniciativa, que aún está en su fase inicial pero tiene previsto trabajar hasta 15 proyectos de investigación por año y conducir 20 miniproyectos con estudiantes, con el apoyo de docentes y equipo técnico, a fin de que puedan aplicar sus conocimientos directamente en contacto con las condiciones reales de las comunidades.
Existen, de hecho, otras modalidades de proyección universitaria en beneficio de la sociedad, pero sin duda alguna el proyecto de MIT marcará nuevos paradigmas en la enseñanza, la evaluación y la mística de servicio de los estudiantes involucrados. Queda implícita a la vez la necesidad de mayor inversión por parte de la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología (Senacyt) en proyectos sostenibles que involucren a jóvenes de carreras técnicas como ingenierías, Arquitectura, Informática, Administración, Economía y Agronomía.
Desafortunadamente, la acción de la Senacyt tiene muy poco calado, en parte por falta de continuidad, limitación de recursos y poca claridad en prioridades. Por ejemplo, desde mayo último se convocó a un premio nacional de innovación, pero a la fecha no se sabe si alguien lo ganó o la razón por la cual no se ha entregado. Es urgente y necesario que esta entidad se descentralice y pase a ser conducida sin criterios políticos. Gobierno tras gobierno cambia de encargados sin que se logre una sistematización eficiente, evidente y estratégica de su papel en un país tan necesitado de alternativas de desarrollo. Talento existe en Guatemala, pero debe tener el camino abierto.