EDITORIAL

Atención digna para ciudadanos mayores

La vejez constituye esa etapa de gran madurez pero también de gran fragilidad que llega con las décadas de vida y que ha sido llamada con distintos términos, quizá con intención de dignificarla o por eufemismo políticamente correcto: tercera edad, senectud, adultez mayor. Si se vive en el seno de una familia, con el cariño de hijos, nietos, bisnietos, puede ser una etapa de plenitud, nuevas vivencias y de compartir experiencias. Desafortunadamente, para muchos ancianos se convierte en una edad de precariedad, debido a la pobreza, la endeble seguridad social, enfermedades crónicas, ausencia de parientes o incluso abandono.

En el país existen hogares de adultos mayores que con frecuencia pasan verdaderas penas para subsistir. La adquisición de alimentos, medicinas y artículos para brindar una atención digna puede ser una tarea ardua debido a que muchas de estas instituciones son atendidas por órdenes religiosas y grupos de voluntarios, tal el caso de la Asociación de Damas de San Vicente de Paúl, cuyo asilo de la zona 3 lanzó un llamado de auxilio para la provisión de mascarillas, alcohol y otros insumos preventivos contra el coronavirus. La pandemia golpeó muy fuertemente a esta entidad desde el año pasado, al punto de que se vio obligada a cerrar su sede de la zona 5.

Lamentablemente, se registran 20 contagios entre los abuelitos allí recluidos, pese a que desde la llegada de la pandemia se prohibieron las visitas externas y se tomaron precauciones. Se trata de un grupo etario altamente vulnerable a la enfermedad, pese a lo cual todavía no se agilizó debidamente su vacunación. El momento es crítico para atender a los pacientes y evitar que se extienda el brote, algo que no solo atañe a esta entidad, sino a cualquier otra que brinde la misma atención.

Se encuentra abierta actualmente la convocatoria para que guatemaltecos mayores de 70 años puedan recibir dosis de inmunización anticoronavirus: van más de 40 mil inscritos, un indicador que debería servir para establecer procedimientos ágiles, ordenados y dignos para evitar aglomeraciones que son a su vez un riesgo. Ocurrió hace unos días una confusión penosa en el centro de vacunación de Gerona, en la cual algunos adultos mayores fueron vacunados y otros no, sin que se aclaren los motivos de selección.

Más allá del desafío de la pandemia, es necesario resaltar que Guatemala es un país joven, aún, pero que el bono demográfico se agotará al cabo de tres décadas y entonces existirá una proporción mayor de personas arriba de 60 años. La ONU advertía, en los meses previos al brote de covid-19, en 2019, sobre la necesidad de que los estados se organicen para responder a las necesidades, sobre todo de salud, de esta población.

Existen otras transformaciones que deben visualizarse, como la generación de oportunidades laborales para quienes posiblemente ya estén retirados pero sin una jubilación o bien esta resulte insuficiente. En varios países se implementan programas de integración ocupacional, de servicio social y participación comunitaria, en jornadas preferentes, que toman en cuenta a los ancianos que aún cuentan con posibilidades suficientes de funcionalidad. No se trata, como lo intentaron algunos politiqueros en años anteriores, de buscar un bastión de potenciales votos, sino de asegurar una atención adecuada para quienes no cuentan con recursos económicos. Afortunadamente, cabe decir, en Guatemala aún existe un fuerte arraigo de valores éticos y familiares, que conducen a una actitud de consideración, cuidado y respeto hacia quienes ya sirvieron al país y a la sociedad con su mejor esfuerzo.

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