EDITORIAL

Binomio al mando debe resolver diferencias

Se percibía desde semanas atrás cierto distanciamiento entre el presidente Alejandro Giammattei y el vicepresidente Guillermo Castillo. Quizá la primera gran diferencia se marcó en mayo, cuando médicos hospitalarios denunciaban públicamente carencia de insumos, medicinas y falta de pago de salarios, lo cual fue minimizado por el entonces ministro de Salud y por el propio mandatario. No obstante, Castillo ofreció disculpas a los facultativos por los rezagos, los cuales se mantuvieron por diversas causas y condujeron a reclamos ulteriores.

Sin embargo, la primera señal, que propició las primeras versiones de cisma, fue el extraño y expedito antejuicio promovido en contra de Castillo en julio último, por supuestas irregularidades en un procedimiento de nombramiento de una encargada temporal de la Secretaría de Bienes en Extinción de Dominio, debido a la renuncia del titular. En un principio el mandatario guardó silencio, lo cual acicateó las especulaciones. Finalmente, el 31 de julio, Giammattei expresó: “Willy, contás conmigo”, una frase coloquial que salía al paso de las especulaciones de pugnas entre roscas gubernamentales.

El 26 de agosto, por Twitter, el vicemandatario dejó entrever una crítica indirecta al trasladarse por carretera a Chiquimula y señalar que si se viajaba en helicóptero era difícil entender lo que vive la población. Dos semanas después, el 12 de septiembre, luego de la sospechosa captura del periodista Sonny Figueroa, coautor de un reportaje sobre la integración del llamado Centro de Gobierno, Castillo lamentó que una cuenta anónima y recién creada de Twitter promoviera como un éxito la aprehensión, que un juez desechó por falta de mérito.

Finalmente, ayer, se filtraron varios mensajes de chat en los cuales el vicepresidente cuestiona el manejo del gabinete de ministros y algunas decisiones. El presidente confirmó la veracidad de dichos textos y respondió, aunque sin nombrar a Castillo, con descalificaciones que evidencian el cisma que sacude a las cabezas del Gobierno, cuando aún faltan tres años y tres meses de su período, y es aquí donde radica la clave del asunto: es necesario que el binomio al mando evalúe sus prioridades, resuelva sus diferencias de una forma asertiva y si existen factores de desacuerdo se discutan racionalmente.

Prácticamente a las puertas de la ampliación de la reapertura nacional, que representa un empuje decisivo para la economía, es clave el liderazgo firme en el Ejecutivo y el cumplimiento de todas las normas, lo cual comienza desde el presidente, que representa la unidad de la Nación, pero que no es menos importante en el vicepresidente, dadas sus atribuciones. No está el país para revivir pugnas como la del general Romeo Lucas García, cuya intransigencia condujo a la renuncia del vicegobernante Francisco Villagrán Kramer, quien presentó su dimisión desde Estados Unidos, el 1 de septiembre de 1980, en un país sacudido por la polarización.

Debe privar la madurez en las máximas autoridades del Ejecutivo, así como en el gabinete de ministros y funcionarios constitucionalmente establecidos. Es posible que los alcances del Centro de Gobierno sean parte de las fricciones, ambigüedades y dilemas administrativos, pero esto mismo debe abordarse de una manera técnica, madura y, de ser posible, pública, pues son cargos pagados con recursos de la ciudadanía. En todo caso deben privar la institucionalidad y la visión prospectiva de prioridades nacionales, sin interferencia de egos, afectos, animadversiones o conflictos de interés.

ESCRITO POR:

ARCHIVADO EN: