Editorial

Confluyen simbolismos en visitas y anuncios

Es tiempo de hacer cosas distintas para tener resultados distintos.

Suele decirse que en política no existen las casualidades, pero a veces puede haber  contextos que de todos modos les proveen de  un sentido simbólico a secuencias de sucesos.  El secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Alejandro Mayorkas, concluyó ayer su segunda visita a Guatemala. Se reunió con el presidente Bernardo Arévalo, como preámbulo al encuentro del mandatario con la vicepresidenta Kamala Harris el próximo lunes  en Washington DC.

El lunes recién pasado se inauguró el Diálogo Económico de Alto Nivel con el gobierno estadounidense, a través de un encuentro del Ejecutivo guatemalteco y la delegación encabezada por  el subsecretario de Estado para Crecimiento Económico, Energía y Ambiente, Jose W. Fernandez. Dicho encuentro fue citado por Mayorkas  en su discurso, como eje fundamental de la atención a las causas de la migración de guatemaltecos hacia el norte. Dicha instancia está a cargo de implementar estrategias de desarrollo económico, generación de empleos, impulso a las inversiones, la competencia y la expansión de infraestructura, así como apoyar la seguridad alimentaria y combatir la corrupción que constituye una barrera para el crecimiento.

El 19 de marzo llegó a Guatemala el atleta Luis Grijalva, corredor de fondo, migrante, que desarrolló su potencial en suelo estadounidense, a donde fue llevado por sus progenitores cuando solo tenía 1 año de edad. Fiel a sus raíces de identidad y pese a  que casi  toda su vida ha vivido en Estados Unidos, Grijalva anhelaba competir con la bandera guatemalteca y en efecto así lo hizo en las olimpiadas de Tokio 2020, efectuadas en el 2021 a causa de la emergencia sanitaria. Desde entonces ha roto varias marcas  nacionales y ahora busca una presea para el país en los Juegos Olímpicos de París 2024.

Tal posibilidad estaba amenazada por la exclusión de Guatemala por el Comité Olímpico Internacional, gracias a que la Corte de Constitucionalidad (CC) suspendió los estatutos del Comité Olímpico Guatemalteco desde el 2022, ordenó dar posesión a la directiva encabezada por el exfutbolista Jorge Rodas y tardó casi un año en revisar un desistimiento de la denuncia que originó todo el zafarrancho. Ante la dilación de la CC, el COI levantó de forma temporal la sanción el martes 19, el mismo día que arribó Grijalva.

El miércoles 20, la CC por fin resolvió que reconocía el desistimiento y se eliminó la causal de suspensión. Varios medios titularon que “liberó” la participación, pero no fue así. Solo actuó de manera reactiva y a fuerza de presión ciudadana ante lo inminente. Al contrario, puso al país al borde de una expulsión del ciclo olímpico. Ayer, EE. UU.  concedió la  visa especial a Grijalva, para que no tenga impedimento alguno de entrar o salir de su territorio, una decisión tomada para favorecer la consecución de sus metas.

Y ahí entra el simbolismo de todo esto. Se le concede visa a un migrante para que alcance sus objetivos, entre los cuales figura representar a su país. Algo similar debería pasar con miles de migrantes guatemaltecos radicados en EE. UU. que trabajan, pagan impuestos, generan empleos y aportan al crecimiento de ese país. El diálogo Arévalo-Harris debería abordar un programa de estadía legal para que esos guatemaltecos logren sus metas allá y continúen apuntalando la economía con sus remesas. Por supuesto, se debe propiciar el crecimiento productivo, comercial, agrícola e industrial en Guatemala, sobre todo en áreas de la provincia. Es tiempo de hacer cosas distintas para tener resultados distintos, y eso incluye a  EE. UU.

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