EDITORIAL
Cultivo de inteligencias es llave del desarrollo
Mientras el Foro Económico Mundial habla de la Educación 4.0, como un conjunto de habilidades, conocimientos y respuestas adaptativas a un entorno de creciente competitividad, en la educación pública guatemalteca siguen pesando demasiado intereses sectarios, pactos firmados a escondidas, rémoras burocráticas a la evaluación de desempeño y pretextos obtusos para el reacondicionamiento o reconstrucción total de edificios escolares. La transformación de metodologías, currículas e indicadores de la educación primaria, secundaria y diversificada es la llave para un desarrollo económico competitivo, pero su puerta sigue teniendo una cerradura vieja y un candado oxidado por tanto conflicto de interés.
La buena noticia es que no solo Guatemala se encuentra en el predicamento de trazar nuevas estrategias para el cultivo de las inteligencias infantiles y juveniles. Los acelerados cambios del entorno tecnológico, la demanda de talento especializado pero versátil y la necesidad de dominar un segundo y tercer idioma, no solo para trabajar sino para seguir aprendiendo, figuran entre las prioridades de muchos Estados alrededor del mundo. La mala noticia es que vamos muy rezagados en la implementación de paradigmas innovadores de docencia, interacción en el aula y fomento de la creatividad como capacidad de solución de problemas concretos.
Con lamentable frecuencia se confunde esta evolución cognitiva con otro tipo de agendas que devienen en discursos intolerantes, lo cual a su vez impide la discusión seria de reformas en ámbitos de gobierno, Congreso, instancias partidarias e incluso iglesias. Pero a medida que se amplía el rezago queda al descubierto la necesidad de invertir en la inteligencia, no en la ignorancia.
La Educación 4.0 tiene dos áreas fundamentales: el fomento de habilidades y competencias de conocimiento, que incluyen análisis, pensamiento crítico, relaciones interpersonales y autoconsciencia física y emocional; el segundo gran campo son las actitudes y los valores, entre ellas la capacidad de empatía, trabajo en equipo, adaptabilidad al entorno, responsabilidad social y apertura intercultural en el entorno nacional y global. Todo ello dentro de una sobrentendida necesidad de contar con información y conocimientos en un mundo digital cambiante y creciente.
Existen establecimientos privados que ya han comenzado la aplicación de metodologías que integran el pénsum clásico pero con el debido fomento de la creatividad, la capacidad de formular nuevas preguntas y buscar respuestas coherentes en diversas disciplinas, sin perder de vista la formación de capacidades de aprecio del arte visual, escénico, musical, literario. Pero esto demanda una reinvención del docente, que deja de ser un repetidor de conocimientos fijos para convertirse en facilitador de esa búsqueda a la cual estamos llamados todos los seres humanos productivos, las empresas competitivas y los países con aspiraciones estratégicas de mejora productiva.
Esto demanda la ruptura de paradigmas autoritarios y caudillistas en la política, la administración del Estado y en el sindicalismo docente. Un dirigente magisterial obtuso e intolerante no puede enseñar empatía, aunque puede ser ejemplo de lo que debe superarse en un país democrático. Las próximas autoridades educativas tienen ante sí el desafío de potenciar las ideas de maestros innovadores, que los hay, y durante la pandemia fue notoria su existencia, que contrastó con el conformismo de otros que deberán evolucionar o quedar rebasados por la historia.