EDITORIAL

Día del Padre en un contexto inédito

Este 17 de junio, tradicional día de agasajo, felicitación y alegría, se ha tornado en ocasión de acentuada congoja, aflicción y doloroso recuerdo para muchas familias guatemaltecas que han perdido a un padre, a un tío, a un abuelo, a causa del terrible flagelo del covid-19, del cual aún hay negacionistas sordos y ciegos que osan poner en tela de juicio su impacto, lo cual constituye un insulto tácito al pesar de estos hogares.

La vida prosigue y el legado afectivo de esos grandes hombres debe perpetuarse en los valores, ejemplos y metas inculcados. En las calles, en las empresas que están trabajando, en la provisión de servicios esenciales, en fin, en el cotidiano bregar por el sustento diario hay tantos padres que con las previsiones necesarias salen de buena mañana para desarrollar un día más de esfuerzo.

La rutina laboral en todos los niveles económicos parece constituir tan solo una secuencia repetitiva, obligada, oculta, disimulada en medio del ruido urbano o del paisaje rural. Sin embargo, es allí en la oficina, en el mercado, en la venta ambulante, en la cosecha de verdura, en el mostrador de una ferretería o en la enseñanza de asignaturas escolares por videoconferencia que tantos guatemaltecos labran un futuro para sus hijos, pero también escriben el devenir nacional, en un ejercicio silencioso de libertad, sin aspavientos ni fanfarrias —como las que tantos politiqueros o funcionarios buscan simplemente por cumplir con su deber—.

La trascendencia de la función paternal va más allá del día a día, porque siembra semillas que germinarán en una o dos décadas, para bien o para mal. Porque así como hay padres ejemplares, también los hay díscolos, incoherentes, irresponsables, capaces de abandonar a un hijo, de golpear a la esposa, de exhibir patrones extraviados como el machismo, la prepotencia, la procura de impunidad o la búsqueda de dinero mal habido, acciones cuyas consecuencias tarde o temprano llegan.

En el contexto actual, la mayor muestra de respeto que el Gobierno puede dar a los padres que siguen en la lucha, pero han perdido su empleo o están suspendidos laboralmente por la pandemia es verificar que reciban la asistencia económica para sus familias y comenzar a visualizar, a futuro, en conjunto y con visión innovadora, no solo la reactivación, sino la reinvención de esa nación que ellos anhelan para sus hijos y nietos.

Así también, la suficiente provisión de insumos, artículos de protección personal, medicamentos y el equipo médico necesario materializan cualquier encomio o saludo que se quiera hacer. Sobre todo, porque hay padres de familia que intentan salvar vidas arriesgando la suya; hay padres de familia luchando por sobrevivir en los hospitales y hay familias que esperan a unos y a otros, en una dura prueba, sin precedentes, pero dentro de la cual el amor paterno figura como un componente invisible de fortaleza, de esperanza, de ánimo y de dignidad.

En Prensa Libre y Guatevisión saludamos hoy a los padres guatemaltecos. Nuestro mejor homenaje es brindar información certera, actualizada y equilibrada, para poder tomar las mejores decisiones. Es una convicción contenida dentro de nuestros estatutos, como un deber profesional, pero también es la misión diaria asumida por los padres de familia que aquí laboran, lo cual, claro está, no relega en manera alguna el aporte que hacen las madres, a muchas de las cuales les toca suplir con valentía la ausencia de un padre en el hogar.

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