EDITORIAL

El impacto del desfase de datos del covid-19

Cabe cuestionar si el ya reconocido —y largamente sospechado— desfase en el recuento de casos confirmados y fallecidos por covid-19 se debió a un intento de evitar desgaste político, si fue causado por evidente incapacidad en el aparato de comunicación ministerial y presidencial o simplemente se trató de un descuido negligente. Ninguna de las tres causales representa un atenuante y de ahí la gravedad de que tanto el exministro Monroy como el exsecretario presidencial Sandoval hayan sido premiados con sendos puestos burocráticos en lugar de ser expulsados por su evidente incapacidad continuada en el manejo de los datos.

Es además sospechoso, inusual y desgastante que dos de las personas directamente relacionadas con la recopilación y divulgación final de datos a lo largo de tres meses aciagos hayan mantenido silencio respecto de los señalamientos de subregistro, los cuales salieron a luz pública cuando el jefe de Epidemiología decidió presentar su renuncia para no formar parte de dicha componenda, si era intencionada o del descontrol, si era a causa de la ineptitud.

Con la llegada de la doctora Flores como titular, lo primero en saltar a la vista fue el problema de las cifras diarias de casos, lo cual se veía complicado a su vez por el lento procesamiento de pruebas en el Laboratorio Nacional de Salud, el cual estaba rebasado desde las primeras semanas, sin que se aplicaran los correctivos o se ampliara la capacidad instalada. Incluso se llegó a hablar de pruebas perdidas o de resultados negativos que llegaban cuando un paciente llevaba tres semanas hospitalizado. De tal situación se deduce que las acciones contra la pandemia se desarrollaban a tientas, con datos limitados.

Por doloroso que resulte reconocerlo, nunca es tarde para tener por fin información cotejada y confiable para dimensionar el avance de la amenaza, la efectividad de medidas o la proyección de la incidencia por territorios. El país no puede seguir cerrado indefinidamente, y después de 107 días a medio motor los impactos económicos hacen necesario contar con una hoja de ruta para la reactivación.

Ciertamente es necesario observar lo ocurrido en países en los cuales se emprendió el desconfinamiento y ello trajo repuntes de infecciones, pero a la vez se debe atender el alza de casos en Guatemala, aun a pesar de las restricciones. La economía formal ha propuesto robustos protocolos de asepsia, distanciamiento y aforo de locales para emprender el paulatino retorno a la actividad comercial. No es una decisión fácil, pero tampoco es una que pueda postergarse indefinidamente.

En su primera conferencia de prensa, la ministra Flores admitió que aún hay pagos pendientes a cientos de trabajadores hospitalarios, pero aseguró el abasto de medicamentos e insumos. Habló de procesos que no se completaron por claras ineficiencias de la administración precedente y debe dar datos sobre el impacto que tales rezagos tuvieron, así como los nombres de los involucrados, tanto para mostrar el contexto en el que partió su gestión como para una eventual deducción de responsabilidades civiles o penales.

Los datos ya cotejados quizá podrán ser preocupantes, dramáticos, infaustos, pero es mejor una dura verdad que una falsa impresión de alivio, pues de estas cifras depende la proyección de riesgos para evaluar la implementación territorial de una nueva normalidad.

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