EDITORIAL
El inicuo negocio de la mediocridad vial
Construir mal una carretera para que dure poco y vuelva a necesitar reparación o reconstrucción: así se puede sintetizar el abyecto razonamiento de los mercaderes de obra pública, entre los cuales no se puede descartar a ministros, viceministros, juntas licitadoras y contratistas voraces, a lo largo de varios períodos. Otro postulado vergonzoso de dicha comparsa perversa y traidora podría ser: “Que nada se supervise o que se supervise a compadre hablado, para que llegado el momento del desastre se demanden más recursos públicos para reconstruir aquello que habría costado mucho menos reparar de forma correcta”.
No es que tales sentencias estén escritas en algún tenebroso manual de saqueos y latrocinios o en algún prontuario de prácticas corruptas, pero sí en la mente de depredadores del erario, vividores de lo ajeno y aprovechados de turno, simples y vulgares ladrones con apellido rimbombante o no. Nombrar ministros o viceministros de Comunicaciones que no tienen título de ingeniero ni experiencia en ejecución vial también es una aberración del servicio civil que le ha costado millardos a la ciudadanía.
El socavón en el km 17.5 de Villa Nueva, que a diario representa miles de horas desperdiciadas y la pérdida de millones de quetzales es la prueba más actual e indignante de esta irresponsabilidad institucional, que cargan por igual altos cargos, mandos medios y hasta los mandatarios que los nombran y toleran. Pero ahí no existe celeridad en el Ministerio Público para armar un caso que permita deducir responsabilidades civiles y penales. Es más fácil que sean absueltos los presos de escándalos previos a que se llegue a una sentencia ejemplar.
Desde hace 10 años se había señalado al Ministerio de Comunicaciones la vulnerabilidad de dicho tramo, debido al desgaste del desagüe del río que pasa debajo. Informes de ingenieros formularon la misma advertencia pero nadie los escuchó ni se empezó a buscar soluciones cuando las mismas eran menos onerosas y sin ahogar el tránsito por la única vía de cuatro carriles a la Costa Sur. Tenían más importancia otros negocios, otras adjudicaciones y hasta otras “emergencias”: toda una vergüenza histórica para los que solo exhibieron mediocridad en el cargo.
En febrero de este año, hace apenas seis meses, en plena campaña se recapeó ese tramo con asfalto electoral. “Dícese de la construcción apresurada, descuidada e incluso sin señalizar de vías que puedan convertirse en publicidad para incautos”, señalaría el hipotético libro de mañas. Ni siquiera en ese trabajo hubo capacidad alguna de examinar lo que ocurría suelo abajo y hoy decenas de miles pagan con madrugones, gasto en combustible y desesperación tan crasa incompetencia. Pero ahí siguen todos en sus cargos, lo cual es un tácito aval a la ineptitud, que raya con el delito de incumplimiento de funciones, entre otros.
Por si no se han dado cuenta, la grada y las grietas en el km 11.5 de la ruta a El Salvador están todavía más pronunciados que hace una semana. No hay mayores trabajos. Tampoco se sabe si es la misma causa del hundimiento registrado en el 2022 y si los trabajos efectuados funcionaron, puesto que fueron llevados a cabo en los prolegómenos de la alharaca electoral. Si con un acceso constreñido a la ciudad hay tal caos, ¿qué ocurriría si fueran dos? Ojalá no estén esperando a que la obra de reparación cueste más.