EDITORIAL

Excusas despegan y las soluciones no aterrizan

Una verdadera vergüenza logística y administrativa fue el apagón ocurrido en el Aeropuerto Internacional La Aurora el sábado último. Aparte del fiasco sufrido por centenares de viajeros que tuvieron que permanecer en tediosa espera y estuvieron en riesgo de perder algún vuelo de conexión, lo sucedido impacta en la imagen del país, coinciden en señalar líneas aéreas y operadores turísticos. Decir si la causa fue el fallo de tres fusibles o el mal estado de la planta generadora de emergencia es lo de menos, pues no se trata del primero, sino del tercer incidente de ese tipo en el mes. Por eso resultan irrisorias, extemporáneas y predecibles las excusas que se apresuró a esgrimir Francis Argueta, director de Aeronáutica Civil, entidad a cargo de la administración de esa terminal aérea.

Parte de la alambicada explicación es que, por coincidencia, se le estaba dando mantenimiento “correctivo y preventivo” a una planta de soporte, integrada por tres generadores que tienen 13 años de funcionamiento. Sobra decir que tal argumento cae por su propio peso, sobre todo porque, al cuestionar la falla de infraestructura, se afirma que ya está en marcha una licitación para adquirir nuevo equipo y que son las tardanzas burocráticas las culpables del atraso en la adquisición.

El fallo eléctrico no es sino el más reciente de los síntomas de deterioro físico y administrativo del aeropuerto. Basta observar la cíclica falta de funcionamiento en los sanitarios, que se reparan cuando se vuelve a dar un reclamo, en lugar de contar con un plan de mantenimiento preventivo. En estos suele agotarse el jabón, el papel higiénico y los secadores de manos, como si los boletos aéreos no incluyeran un impuesto para la terminal.

Las salas de espera y salida de pasajeros lucen deterioradas, como si no fueran la puerta de entrada a un país lleno de riquezas culturales, naturales e históricas. Además, las medidas de seguridad suelen ser desatentas con el visitante, pero laxas en áreas críticas. Prueba de ello fue el polizón que logró entrar a la pista de aterrizaje por la madrugada y logró viajar hasta Miami en el tren de aterrizaje de un avión, un error que bien pudo costar mayores sanciones para el aeropuerto.

En abril de 2019, la consultora Deloitte Tetra Tech presentó un informe sobre las necesidades de modernización del aeropuerto La Aurora, que estimó en US$127 millones. Tomando en cuenta que el alto costo podría obstaculizar la aprobación de un proyecto integral —sigue varado hasta la fecha-, se plantearon dos alternativas adicionales a la gestión pública. Una fue que Aeronáutica Civil haga el diseño de la renovación pero que se concesione el proyecto a una firma privada, posiblemente internacional. La otra es una alianza público privada en la cual una compañía asuma los costos totales de la remodelación y pueda operar la terminal para recuperar su inversión, siempre con pago de regalías. En septiembre de 2020, otro estudio incluyó el remozamiento de pistas e iluminación, con lo cual el presupuesto estimado llega a US$200 millones.

A la larga, lo más caro es la tardanza en la toma de decisiones, ya sea por ineptitud o conflictos de interés. Guatemala pierde competitividad y ve desgastada su imagen con una puerta de entrada en tan lamentable estado. Y no vale aquel argumento politiquero de que se trata de una obra “para ricos”, porque el turista que llega, el inversionista que arriba, el migrante que regresa… traen consigo recursos que generan una derrama económica generalizada.

ESCRITO POR:

ARCHIVADO EN: