EDITORIAL
Farsa nica perdió ya todas las máscaras
El gobierno bicéfalo de Nicaragua se sigue precipitando hacia su inexorable colapso a pesar de creerse intocable y todopoderoso.
Las dictaduras no tienen signo ni ideología, porque todas son simples bandas de cafres tiránicos. Así lo exhiben los intolerantes regímenes de Venezuela o Nicaragua, que intentan disfrazarse de “democracia”, pero sus abusos exhiben la podredumbre de cabecillas y esbirros que solo se preocupan por aferrarse el poder para continuar con el expolio del erario, la represión a cualquier crítica y los abusos de poder en contra de la ciudadanía indefensa. Su doctrina es la cobardía y la traición, porque se valieron de discursos populistas y sentidas necesidades sociales para llegar a sendos gobiernos mediante el voto popular, y luego copar instituciones con el fin de pervertirlas y usarlas como instrumentos de terrorismo judicial.
El gobierno bicéfalo de Nicaragua se sigue precipitando hacia su inexorable colapso a pesar de creerse intocable y todopoderoso. El apoyo de potencias represivas como Rusia o China envalentona al dictador Daniel Ortega y a su conviviente y cogobernante Rosario Murillo. La ironía es que enarbolaron durante varios años el discurso de un falso evangelismo para pasar por creyentes y atacar a los líderes de la Iglesia católica que cuestionaba sus métodos de terror, violencia y encarcelamiento de opositores políticos, incluidos excorreligionarios sandinistas.
Ayer se acogió en Guatemala a 135 refugiados nicaragüenses que fueron liberados por la satrapía nica. Entre ellos había ocho misioneros evangélicos que fueron acusados y condenados en juicio sumario de varios supuestos delitos, gracias a una fiscalía corrupta y un organismo judicial lacayo del régimen. Hasta noviembre del 2023 la iglesia Puerta de la Montaña gozaba de total aquiescencia del gobierno, pero de pronto se desató la represión.
Dicho giro maquiavélico es una muestra de cómo las tiranías y ciertos grupos afines utilizan la máscara de religiosidad para ocultar sus fines perversos. Peor aun, existen ciertas sectas que guardan silencio ante las agresiones contra comunidades cristianas, con la ingenua creencia de que están a salvo de una ofensiva despótica, ya sea por cuestionar al Estado represor o por codicia de sus bienes. Como dice el refrán, “mal paga el diablo a quien bien le sirve”.
En un plano estratégico, la apertura del gobierno de Guatemala para ser lugar de refugio de los presos liberados demuestra la aspiración de seguir avanzando en un estado de Derecho, pero también es una jugada de buena voluntad ante el gobierno estadounidense, país de origen de varios de los misioneros evangélicos. En los próximos tres meses estas 135 personas podrán regularizar su situación migratoria y solicitar asilo en territorio guatemalteco u optar por similar beneficio en Estados Unidos. Se suman así a los 222 nicaragüenses desterrados en febrero del 2023, a quienes el régimen criminal retiró la nacionalidad, un gesto de prepotencia y miseria moral.
El agradecimiento del gobierno de Joe Biden por el salvoconducto a los exdetenidos políticos es una valiosa carta que el gobierno de Arévalo puede utilizar de diversas formas, una de las cuales sería reforzar la petición de un Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés) para migrantes guatemaltecos en EE. UU. Es oportuno subrayar que solo Guatemala carece de un TPS en la región, debido a desatinos y desatención de gobiernos anteriores. Es paradójico que migrantes de países con gobiernos antiestadounidenses como Nicaragua, El Salvador y, en fecha más reciente, Honduras, tengan un TPS mientras que Guatemala, socio estratégico y leal, todavía no.