EDITORIAL

Guatemala mejor

Gran polémica desató el uso de una vieja e infortunada frase por parte de un directivo del club español Barcelona F.C. para describir el deterioro de la situación económica, de mala a peor, que habría impedido la renovación del contrato del astro Lionel Messi. Quienes deploran la connotación negativa dada al nombre de Guatemala en tal frase, que por supuesto no reproduciremos en este espacio, reclaman con justa razón una absoluta falta de respeto a la nacionalidad, un prejuicio asociado a la denotación de la palabra “mala”, que a su vez se asocia con la ignorancia crasa de la etimología que da origen al topónimo de este territorio que los mismos españoles, en la época de la Conquista, adoptaron a raíz de vocablos indígenas. Como mínimo, el presidente del club Barcelona F.C., que cuenta con muchos seguidores en Guatemala, podría ofrecer una disculpa por el descuido y dar por zanjado el asunto.

Por otra parte, algunos guatemaltecos connotan del incidente una metáfora de deterioros y deficiencias nacionales, sobre todo en materia de procesos institucionales, señalamientos a la gestión gubernamental y las condiciones de vida, impactadas por la pandemia, la delincuencia, la desnutrición, el desempleo y falta de oportunidades, que han obligado a más de cien mil guatemaltecos a migrar a EE. UU. en los últimos nueve meses. También forma parte de este entramado de obvios retrocesos la autoindulgencia de magistrados de la Corte Suprema de Justicia, al decidir sobre 10 antejuicios en contra de ellos mismos o la inacción del ente acusador en ciertos casos que tienen toda la pinta de flagrantes, como la denuncia de una universidad privada, hecha pública el 10 de junio, acerca de un inexistente doctorado, falsamente consignado en la hoja de vida del actual presidente del Tribunal Supremo Electoral, un hecho por el cual, a dos meses de haber salido a luz, el Ministerio Público no ha emprendido una acción tangible.

Pese a la facilidad de asociación fonológica, no puede ni debe tolerarse, desde ningún punto de vista, la asociación del nombre Guatemala con otro significado que no sea la dignidad de los guatemaltecos, sus legítimas aspiraciones y su potencial de competitividad.

Precisamente en este sentido resulta especialmente emblemática la participación de deportistas guatemaltecos en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, que hoy tocan a su fin. Todos los seleccionados entregaron su mejor esfuerzo en un entorno de gran desigualdad de recursos económicos, infraestructura y tradiciones deportivas. Aun así hubo rendimientos brillantes que se codearon con grandes potencias de varias disciplinas y que han llenado de alegría, orgullo y esperanza a toda Guatemala. En otras palabras, esa voluntad guatemalteca demuestra que se pueden superar las barreras, que se pueden soltar los lastres y que con transparencia se puede avanzar aún más. El deporte es una faceta de logro y se suma a campos como la innovación tecnológica, la producción agrícola e industrial, la investigación científica, las letras y las artes, que a su vez tienen como trasfondo la riqueza multicultural, arqueológica, natural y etaria de un territorio cuyo nombre evoca, entre otros significados, un país de árboles, pero también de luchas, de logros, de aspiraciones y de valores que deben ser respetados más allá de las fronteras, y también dentro de ellas, empezando por sus autoridades.

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