EDITORIAL

Heroísmo cotidiano

Existe en Guatemala una fuerza enorme que permite esfuerzos heroicos cotidianos y gestas gloriosas a las que ninguna multitud aplaude pero que representan la diferencia que marca el triunfo y el avance diario.

Se trata de una energía que no puede ser aprovechada para generar electricidad, pero que permite a diario mover a familias completas, comunidades enteras y aun generaciones totales de personas que pueden aportar a la construcción de un país que responda a los desafíos globales.

Dicho potencial inconmensurable es el amor, la abnegación y la convicción de miles de madres guatemaltecas que se enfrentan a diario con los prejuicios, las barreras sociales, los rezagos nacionales y los avatares de la economía. Se trata de dificultades acentuadas a lo largo de décadas y de atrasos que corresponden a las malas gestiones de gobiernos democráticos precedentes y actuales.

Aun así, las madres guatemaltecas continúan levantándose a diario de madrugada para preparar a sus hijos y para ponerse en apresto para emprender sus labores cotidianas con generosidad, dedicación y excelencia. Ya sea que se trate de los trabajos hogareños, de oficios o del desempeño profesional, ellas constituyen uno de los motores fundamentales de la actividad económica, pero también de la reserva moral del país.

En sus palabras, en sus acciones, en sus servicios, el papel de la maternidad implica tantos aportes que no siempre se reconocen en su justa medida. Va más allá de la cuantificación numérica, supera las descripciones cualitativas, simplemente porque se desempeña con la vista puesta en el futuro de los hijos e incluso de los nietos.

Tal misión no está libre de obstáculos, como la violencia machista, el poco reconocimiento e incluso la poca autovaloración respecto de lo que significa ser madre en un país en donde los indicadores económicos han sido adversos para las mujeres. Ello por no mencionar el uso malicioso, con fines politiqueros, de recursos legales creados para reivindicar a las víctimas de agresiones, tal el caso de la Ley de Femicidio, instrumentalizada por ciertas figuras para querer hacer el papel de víctimas bajo el pretexto de la indefensión.

Ser madre en Guatemala representa numerosas privaciones y luchas. Significa enfrentarse a un sistema de salud obsoleto y remar contra corriente en un entorno que da pocas concesiones para poder criar y cuidar a los hijos. Aun así, decenas, cientos, miles de mujeres guatemaltecas se lanzan a diario para continuar con dignidad, con voluntad y con un espíritu optimista el camino hacia un mejor futuro. Ciertamente hay regiones en donde la destrucción del aparato productivo agrícola, el desempleo y la ineficiencia estatal hacen cada vez más difícil acciones tan sencillas como preparar alimentos, por no mencionar encontrar un empleo para contribuir al hogar.

El recién pasado Día de las Madres es solo una oportunidad para reconocer, valorar y agradecer tan colosal esfuerzo de tantas mujeres que anhelan un mejor país para sus descendientes.

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