EDITORIAL
Idoneidad y coherencia son el fiel de la justicia
La ciudadanía ya aprendió las duras lecciones y está atenta al proceso, verdaderamente vigilante.
En mercados cantonales aún se venden frutas y granos por libras, medidas con balanzas de antaño, aquellas de bronce que tienen un fiel: una aguja o brazo metálico que se ubica justo en el medio para indicar peso exacto. Por eso es que la alegoría de la justicia sostiene una balanza bien calibrada, porque su fin último es la aplicación imparcial, comedida y técnica de las leyes civiles, penales, mercantiles y tributarias, no un circo de animadversiones con romanas trucadas por los convenencierismos, los conflictos de interés y los afanes de tener compadres en las cortes para poder apostarle a una justicia chueca, leguleya y que, lejos de la alegoría mencionada que tiene vendados los ojos, mira a quien favorecer o perjudicar adrede.
Por eso es que ese último truquito de tres magistrados, aspirantes a integrar la CSJ, que fijaron para septiembre de 2025, dentro de un año, la audiencia para revisar el caso del proceso judicial contra el periodista Jose Rubén Zamora, denotan desidia o mala fe, o ambas, de los tres integrantes de la Cámara Penal para dirimir un caso sobre el cual las denuncias de represión rebasan fronteras. Es además una incoherencia ética, pues perjudicar así a un detenido —como lo hace otro juez, retrasando las audiencias por otro caso— contraviene cualquier principio de humanidad y eso que ciertos magistrados se hacen los piadosos.
Así hay otros casos, incluyendo varios aspirantes que no lograron ni puntos ni votos mínimos para entrar a la nómina, pero que querían meterse a la fuerza a través del fallo de una jueza que también tiene peso de más en un lado. Esto no quiere decir que en las listas finales no se hayan colado algunos repitentes, quizá con promesas, colisión de intereses y agendas regresivas. Las dilaciones y los ataques gratuitos contra presidentes de las postuladores evidenciaron la estratagema de retrasar el proceso. Quizá querían la elección para septiembre de 2025 igual que los magistrados de la casación de Zamora o hasta para 2028, para repetir el vergonzoso manoseo que prolongó a la CSJ electa por los partidos PP y Líder, que ya se fueron por la cloaca de la historia. Aun así hay exdiputados que fueron lacayos del convicto Manuel Baldizón en aquel amaño de 2014 y que ahora quieren hacerse pasar por analistas. Están en su derecho de libre expresión, porque hasta para eso alcanza la garantía. Para lo que ya no alcanza es para volver a repetir tan abyecta componenda de consecuencias aún palpables.
Dicen que en el Congreso no hay acuerdos y eso está muy bien. La mejor negociación, sobre todo en una instancia tan fragmentada, jaloneada, sujeta a caudillismos vacuos y a titiriteros que se quedaron sin dinero para apostarle con doble o triple tiro a la ruleta. Se mencionan los mismos nombres roídos de traficantes de favores, exrectores y diputados que a lo lejos se les nota el miedo de no tener tantos fieles torcidos en la balanza de la CSJ o las salas de Apelaciones.
En todo caso, la ciudadanía ya aprendió las duras lecciones y está atenta al proceso, verdaderamente vigilante y no como otras instancias que buscaron colar magistrados y se quedaron sin votos. La espada de Damocles fue colocada sobre cada diputado, aspirante y exaspirante con el fallo de la Corte de Constitucionalidad, que rechazó amparos espurios e improcedentes; además, censuró a una jueza y refrendó la orden de elegir magistrados para que tomen posesión sin falta el 13 de octubre. Este es el poder del Pueblo de Guatemala, que en 2023 defendió su democracia y en 2024 buscó salvar lo que queda de la justicia.