EDITORIAL

Incalculable costo humano de deserción

La cifra es impactante: alrededor de 38 mil estudiantes de preprimaria de planteles privados han abandonado las actividades escolares, que se desarrollan a distancia desde hace un semestre debido a las restricciones sanitarias para prevenir contagios de covid 19. Si se busca un punto de referencia cabe hacer notar que el estadio nacional Doroteo Guamuch Flores tiene 30 mil asientos, con lo cual, en teoría, estaría colmado si se acomodaran en dicho recinto todos esos niños.

Dentro de las causas de esa deserción masiva se encuentra la falta de recursos económicos de sus familias para contar con una computadora o sufragar una conexión de internet que permita el uso de redes sociales y canales de video, que son las herramientas más utilizadas por los maestros para continuar el ciclo de enseñanza. Sin embargo, también hay que mencionar que muchos padres de familia perdieron el empleo o vieron diezmados sus ingresos, por lo que se quedaron sin la posibilidad de pagar las cuotas mensuales de los colegios a los cuales asistían sus hijos. Asimismo, un factor adicional es la necesidad de salir a trabajar y no tener en dónde dejar resguardados a los niños, por lo que deben cargar con ellos en las calles.

Sobre la permanencia de alumnos de preprimaria en el sector público existe una gran incógnita que no podrá ser desvelada sino hasta que haya nuevas inscripciones con las que se podrán cotejar cifras. Es posible que el programa de asistencia alimentaria que distribuye periódicamente una bolsa de alimentos por alumno sea un incentivo para la continuidad, aunque ello no asegura la calidad. Además, la dificultad económica ha afectado a muchas comunidades y es previsible que exista una salida aún no detectada de niños del sistema escolar.

Aparte de la ya conocida falta de cobertura de educación preprimaria, sobre todo en áreas rurales, la pandemia suma una complicación adicional, que no debe ser vista de soslayo ni minimizada con la creencia de que su efecto es temporal. De hecho, aún está por evaluarse su verdadero impacto en la calidad educativa de todos los niveles, pero en el caso de la preprimaria, las secuelas pueden llegar a ser determinantes en el futuro educativo de estas cohortes de niños.

Es en los primeros siete años de vida que el ser humano tiene una capacidad de desarrollo neurológico que a su vez potencia la retentiva, el aprendizaje verbal y numérico, el de destrezas psicomotoras e incluso facilita el aprendizaje de un segundo idioma. Si se pierde este tiempo precioso, el costo de oportunidad para cada niño puede marcar un rezago educativo determinante.

El abandono de cada infante que no ha podido continuar con su grado de preprimaria es una realidad preocupante y debe ser atendida de inmediato, en especial de cara a una eventual prolongación del distanciamiento que retrase la reincorporación de grupos a las aulas. Si la recuperación económica de los núcleos familiares se dificulta, el sector público de preprimaria ya debería estar planificando opciones para extender su rango de acción. Así como se hicieron hospitales temporales que se proyectan permanentes, esta puede ser la oportunidad para extender la educación inicial. Pero si está deserción no es atendida, pasará una carísima factura al desempeño en primaria y, a la larga, se podría convertir en un lastre para la competitividad de futuros ciudadanos.

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