EDITORIAL

Indigno manejo del aeropuerto La Aurora

No son nuevas ni pocas, ni son triviales las quejas recurrentes sobre las deficiencias en el Aeropuerto Internacional La Aurora. Tampoco es solo un sector aislado el que denuncia una y otra vez las mismas fallas, por aquello de que se quiera invocar ataques sectarios. Eso sí, en cada ocasión es usual que salga a presentar excusas, a repartir culpas o a tratar de menospreciar los señalamientos el director de Aeronáutica Civil, Francis Argueta, nombrado el 27 de abril de 2018 por José Luis Benito, ministro de Comunicaciones de Jimmy Morales.

Servicios sanitarios sucios o inservibles, falta de agua, apagones, suspensión del aire acondicionado, falta de seguridad en ciertos ambientes, desorden en las áreas de espera de pasajeros, asignación discrecional de espacios en la terminal aérea o en puntos de hangares son algunos de los ítems repetitivos. A tal punto llegó la crisis que el 1 de julio de 2022 se instaló una “mesa técnica” (que, en honor a la verdad, es un eufemismo para describir un ente de dilación y distracción) con el supuesto objetivo de impulsar la mejora continua de la principal puerta de entrada al país por vía aérea. Había representantes de la Cámara de Turismo, de la Asociación de Exportadores, de gremiales de Arrendadoras de Autos, de Bodas y Lunas de Miel; también de Turismo y de Salud y Bienestar, además de importantes asociaciones: de líneas aéreas, de guías de turismo, museos, pequeños hoteleros y agencias de viajes. Del lado estatal había delegados del Ministerio de Comunicaciones y de varias salas legislativas, incluyendo a la presidenta de la Comisión de Comunicaciones, Transportes y Obras Públicas, Vivian Preciado Navarijo, quien destacó que el fin de la “mesa técnica” era “reconocer problemas actuales para buscar soluciones conjuntas de país”.

Preciado ofreció dar seguimiento a las peticiones y quejas. Además anunció una reunión de “seguimiento”. En aquel entonces podía sonar pesimista augurar la inoperancia de tan anodina mesa, carente de liderazgo y de toda potestad vinculante y claramente destinada a apagar un tema incómodo para el oficialismo. Una suspensión de nueve horas en el servicio de agua, ocurrida el miércoles último, volvió a encender las alertas de la precariedad aeroportuaria. Aeronáutica Civil dijo de manera displicente que son “problemas rutinarios de una instalación”. Tal argumento es revelador en sí mismo, porque no es una “instalación” más, sino una infraestructura nacional estratégica para el ingreso de divisas por turismo, exportaciones y al servicio de todos los guatemaltecos que por razones de trabajo, familiares o solaz tienen que hacer uso de esta puerta: es el área que da la primera impresión de Guatemala y también la última.

No debería estar en manos de un burócrata que se las lava cada vez que puede, que no ha generado soluciones sostenibles y cuyos conflictos de interés se denotan. La “mesa técnica” no tuvo resultado alguno. No hubo propuestas ni planes. Si así fuera, al menos ya el Congreso habría exigido un relevo. El Ejecutivo debe colocar en la DGAC un perfil administrativo profesional, competente, capaz, ético. Gracias a la inacción oficialista han pasado cinco años de mediocridad, de parches, de tapar goteras, de destapar baños, de reparaciones aparentes, de vaciar botes de papel higiénico bajo presión de fotos virales y tantos otros desmanes. El aeropuerto La Aurora es indigno del maravilloso país al cual sirve de ingreso, y eso hay que cambiarlo. Porque si se siguen repitiendo los mismos errores y compadrazgos, vamos a tener los mismos malos resultados, o aún peores.

ESCRITO POR:

ARCHIVADO EN: