EDITORIAL

Intimidación detona exactamente lo opuesto

A la luz del tiempo todo se aclara, cobra profundidad o insignificancia, sobre todo los manotazos de fallidos émulos de autócratas que menosprecian la voluntad ciudadana. Sus corifeos repiten narrativas de ficción y de fricción hasta que fracasan. Por ejemplo, el autogolpe del intolerante Jorge Serrano Elías, perpetrado hace 30 años. Hoy solo se lee como el desesperado gesto de un mandatario lábil que tejió demasiados pactos y permitió demasiadas discrecionalidades que le enredaron al punto de buscar arrogarse el poder absoluto, con la ayuda de algunos lacayos, de los cuales aún pululan algunos con las mismas ideas monárquicas vendidas a nuevas camadas de intolerantes.

En 30 años se contará la historia de una intentona de socavar el proceso electoral mediante de subterfugios legaloides, pretextos y procesos supuestamente ajenos pero con vasos comunicantes. Y no tienen que pasar 30 años. La diferencia se mide en días y la mejor prueba son las prisas dictadas por el oficialismo a las comisiones pesquisidoras en contra del vicepresidente Guillermo Castillo, por un nombramiento cuya denuncia feneció, y en contra de ocho magistrados del Tribunal Supremo Electoral señalados por la compra de un sistema electrónico de conteo rápido electoral. Que no tiene que ver con los resultados electorales, aclaran dos valientes denunciantes ante la Pesquisidora. El viejo dicho reza: en explicación no pedida, culpa admitida. A una declarante se le escapó decir que ya se acerca el 14 de enero, la fecha del relevo.

Sin embargo, es el cerril acoso contra el presidente de la pesquisidora de ocho magistrados del TSE, el diputado Enrique Montano, el que destapa la desesperación subyacente. Montano denunció, por segunda vez, amenazas por vía digital contra su integridad física y la de familiares. No poca cosa.

En público y de viva voz, el diputado Montano, del partido Unionista, señaló al actual secretario del Ministerio Público, Ángel Pineda, y también al legislador Alan Rodríguez, de tener nexos con los intentos de intimidación de la cual es objeto. Pineda también denunció a Montano, pero no por calumnia o difamación, delitos contenidos en la Ley de Emisión del Pensamiento, como habría sido lo lógico, sino por supuestos delitos contenidos en la Ley contra el Crimen Organizado: la misma usada para acusar a críticos y opositores. A ver cómo funciona la objetividad del MP, cuál de las dos denuncias camina más rápido y si se respeta la doble protección constitucional, por los artículos 35 y 141 inciso B.

Fue elocuente el silencio de los otros diputados integrantes de la Pesquisidora. No hubo expresiones de solidaridad para el compañero comisionado y congresista, tampoco rechazo a las aseveraciones de este sobre el talante de dicha instancia legislativa. Habló de “presiones de índole político impresionante” (sic), cuestionó “¿qué poderes ocultos hay aquí?” y espetó: “En mi opinión, lo que no quieren es que no quede Bernardo Arévalo como presidente, es la realidad y lo digo públicamente, y todo esto es un jueguito para eso”, en referencia a la pesquisa para rendir un dictamen que, a pesar de ser una evaluación política, tiene plazo perentorio. De hecho, los ataques comenzaron cuando Montano criticó la premura exigida.

A 50 días para el cambio de mando y a cinco para que termine el período ordinario de sesiones, se agitan los poderes y los conflictos de interés. Pero todo indica que se equivocaron con Montano al tocar la fibra más sagrada: la familia. En lugar de intimidarlo, ahora lo han envalentonado, declaró. Habrá que ver si surgen más diputados valientes o si valientes diputados habrá en la futura crónica.

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