EDITORIAL
Inversión productiva es única vía al desarrollo
Con el anuncio de un nuevo fondo de inversión para el Triángulo Norte, efectuado por la vicepresidenta de EE. UU., Kamala Harris, el cual será canalizado a través de empresas que se suman al esfuerzo por frenar la migración irregular, se abre una nueva ventana de oportunidad para el desarrollo laboral, productivo y económico de la región: una estrategia asertiva y de mediano plazo que busca sentar las bases de nuevas vías de competitividad y bienestar.
El nuevo aporte asciende a US$1 mil 900 millones, pero se suma a otro anunciado en el 2021, con lo cual la inversión sobrepasa los US$3 mil millones, cifra inédita y destacable, debido a que no es una simple inyección de dinero de los contribuyentes estadounidenses, sino un esfuerzo compartido por firmas privadas de EE. UU. y la región que van en busca de nuevos horizontes de sostenibilidad que se deberían conjugar con políticas gubernamentales coherentes en todos los órdenes: salud, educación, incentivos fiscales, descentralización, construcción de infraestructura vial y, por supuesto, mejoras en los sistemas de seguridad civil democrática, de acuerdo con estándares internacionales de gobernabilidad, rendición de cuentas y respeto a las garantías ciudadanas.
Por parte de Guatemala, son las compañías Millicom y Pantaleón las que salen a la palestra de la nueva fase del Llamado a la Acción, para frenar las causas de la migración, lanzado por el gobierno estadounidense. Su compromiso con el futuro de la nación se suma al de Grupo Mariposa, que fue la primera empresa local en unirse a la iniciativa en el 2021. Todas las compañías norteamericanas participantes aceptan de manera proactiva y visionaria el desafío de construir una patria digna mediante el impulso productivo.
Es de hacer notar que este relevante anuncio contrasta con la displicente respuesta de la presidencia guatemalteca, que optó por no asistir, posiblemente en parte por la propia limitación autorrecetada por una declaración impulsiva. La presencia del canciller es relevante, pero sin duda alguna habría sido mucho más redituable, política y geopolíticamente para el mandatario guatemalteco, asistir a una cita en la cual solo fueron declaradamente excluidos regímenes despóticos y con histórica aversión ideológica a la potencia del norte.
El impacto de la pobreza, el desempleo, la pérdida de cultivos por factores climáticos y la desnutrición crónica amenazan constantemente la mejora de indicadores en Guatemala. A esto se suma el creciente costo de vida que se agravó a causa de la barbarie rusa contra Ucrania, que ha volatilizado los precios de los combustibles, los fertilizantes e incluso el costo de materias primas como el trigo. No bastan, ante este escenario, las medidas cortoplacistas como subsidios poco meditados, pues si la crisis bélica se prolonga, no habrá presupuesto que aguante. Por otra parte, si la carestía impacta severamente en las clases medias, el golpe será aún más duro para quienes ya se encuentran en condiciones de pobreza y extrema pobreza.
Guatemala es un país de gente trabajadora, creativa, emprendedora, pero muchas de estas personas se ven obligadas a emprender un largo e incierto periplo ante la falta de horizontes más prometedores para su familia. Generar oportunidades de empleo y autoempleo es la única vía para atajar la fuga de talentos y de brazos. No es un proceso rápido, pero tampoco se puede perder una década más con falsas promesas de figuras que a la hora decisiva faltan a las citas claves y a las coyunturas estratégicas.