La ciudadanía tiene el poder en sus manos

Es recurrente pero lúcida y con permanente validez la frase del historiador británico Paul Preston: “Quien no conoce su historia está condenado a repetir sus errores”, y el caso de Guatemala parece ejemplificar tan terrible carencia a través de los reiterados desengaños que han traído sucesivos partidos de gobierno a lo largo de tres décadas, los cuales no solo han sido incapaces de dar continuidad a la atención de las prioridades de desarrollo, sino que se han dedicado, invariablemente, a convertir el Estado en una piñata para los allegados de turno.

La imprudencia, la improvisación y el tráfico de favores no solo han roto con los mecanismos de transparencia, sino que impiden el fortalecimiento de la institucionalidad, ya que el servicio público se tornó en una agencia clientelar de empleos, la contratación de obras públicas derivó en un vergonzoso botín y la atención de necesidades como educación y salud ha servido para anclar inicuas alianzas con dirigentes sindicales devenidos en aliados fácticos de conveniencia. No obstante, ahora que la misma historia se ha repetido es posible identificar tales paradojas perversas.

Ahora bien, el sistema institucional democrático sigue siendo la vía para que la ciudadanía cambie la dirección de su futuro y en ello fue abundante en razones el IV Diálogo Ciudadano, auspiciado por la fundación Libertad y Desarrollo, durante el cual se resaltó la necesidad de transformar el modelo político que hasta ahora ha producido caudillos intolerantes, mandatarios aislados de la realidad, congresos copados por pactos oscuros y alcaldías devenidas en feudos de opacidad.

El mayor peligro, además de una ineficiente administración de los recursos, radica en la infiltración del crimen organizado y el narcotráfico, tal como lo señaló Andrés Pastrana, expresidente de Colombia, quien resaltó la necesidad de que los guatemaltecos elijan con espíritu crítico.

Por su parte, Jorge Tutto Quiroga, expresidente boliviano, enumeró varios componentes imprescindibles de un sistema democrático, entre los cuales destacan elecciones transparentes y libertad de expresión, aunque destacó también que solo la educación de calidad es la vía para potenciar el desarrollo humano y económico, pero a su vez para poder optimizarla se requiere de un fuerte consenso nacional.

Durante el encuentro, que se desarrolló bajo el tema ¿Elecciones libres o democracia secuestrada?, el expresidente de México Felipe Calderón resaltó el daño que ocasionan los grupos y personas que se dedican a obtener prebendas y explotar los recursos estatales, a la vez que recalcó la urgencia de transparentar los gobiernos locales y evitar que el crimen organizado siga operando a sus anchas, dado que su principal herramienta es la debilidad institucional, que se refleja en “un divorcio brutal entre ciudadano y política”.

En otras palabras, el gran reto radica en lograr que cada vez más ciudadanos íntegros de diversas especialidades profesionales se comprometan a trabajar con visión de país mediante la participación política, a fin de recuperar detentados por oportunistas y diletantes a quienes solo interesa su beneficio. No será una tarea fácil ni sencilla sanear el aparato político, pero la experiencia vivida por los guatemaltecos en lo que va del presente siglo resulta suficiente motivo para emprender y sostener el esfuerzo, de cara a construir una democracia que, en efecto, genere más oportunidades y menos decepciones colectivas.

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