EDITORIAL
La intolerancia es un síntoma preocupante
Es una vergüenza para el Estado de Guatemala -después de tantas tragedias históricas- el comportamiento brutal, represivo e irresponsable de agentes policiales que no solo fueron incapaces de contener al grupo de manifestantes que cometió tropelías contra el edificio del Congreso, sino que además se dirigieron hacia la Plaza de la Constitución, en donde atacaron con gases lacrimógenos a una protesta ciudadana pacífica -totalmente independiente de los condenables desórdenes de la 9a. avenida-.
El operativo fue caótico, pero su duración y violencia dejan intuir una posible directriz fundamentada en la intolerancia. La agresión de agentes policiales contra el fotoperiodista Carlos Humberto Sebastián Pedro, quien segundos antes de la brutal golpiza registraba la detención de una persona en el Paseo de la Sexta, es un síntoma del enfermizo instinto de no querer testigos. Durante la tarde de represión fue detenida, por agentes de sexo masculino, una documentalista: todo un hito de abuso de autoridad que ni el presidente ha sido capaz de abordar, menos aún de ofrecer una disculpa pública.
Es una vergüenza que en la citación legislativa, el ministro de Gobernación Gendri Reyes (cuyo currículum registra capacitación en seguridad preventiva, y también una licenciatura en la Escuela de Carabineros de Chile) simplemente se lavara las manos de lo sucedido y adujera ignorancia sobre el actuar de los policías, escudándose únicamente en que había “protocolos” de acción. Lo mismo vale decir del director de la Policía Nacional Civil. Ambos funcionarios negaron a sus subordinados y fueron premiados por la alianza oficialista que bloqueó el pedido de su destitución.
Para la prensa independiente ha sido notoria y creciente la actitud de reticencia a permitir el libre acceso a las fuentes de información. El pretexto de la pandemia ha sido manipulado como excusa recurrente para excluir a periodistas de medios críticos de actividades en las cuales podrían cuestionar a funcionarios; lo mismo puede decirse del Congreso, que parece empecinado en actuar a escondidas. El gobierno anterior -cuyo partido hoy forma parte de la alianza oficialista- dejó un nefasto ejemplo de reticencia a la rendición de cuentas e intolerancia a la crítica. Sin embargo hay casos recientes, como la detención ilegal del periodista Sonny Figueroa, en septiembre último. Este tipo de intransigencia solo desnuda la cerrazón y el poco conocimiento de los acuerdos internacionales en materia de libertad de expresión.
Es imperativo que el Ministerio Público, a través de la Fiscalía de Delitos contra Periodistas, efectúe una investigación seria e imparcial acerca de la agresión contra el periodista Carlos Sebastián, para identificar no solo a los agresores directos sino también para reunir información sobre las órdenes que recibieron de los mandos intermedios, quienes, gracias al lavado de manos del ministro y del jefe policial, tendrán que responder por tal ataque a fin de establecer un precedente. Asimismo se debe evitar todo intento de encubrir a los responsables o de fabricarles excusas oficiosas.
Esta semana se abre la Feria Internacional del Libro y podría ser una buena oportunidad para que los funcionarios de gobierno puedan conseguir y leer obras como El Señor Presidente, de Miguel Ángel Asturias, Ecce Pericles, de Rafael Arévalo Martínez, o El autócrata, de Carlos Wyld Ospina, que retratan de cuerpo completo a tiranos y dictadores guatemaltecos, cuya autosuficiencia, intolerancia y autoritarismo los dejaron solos ante el juicio de la historia.