EDITORIAL
Las ramas del futuro
La creciente conciencia sobre el cambio climático y la insustituible importancia de los bosques dentro de la conservación ambiental lleva, con frecuencia, a muchos guatemaltecos a denunciar, a través de fotografías en redes sociales, el corte de árboles en vías urbanas, áreas verdes y zonas boscosas, que a veces son ilegales y en otros casos se trata de manejos forestales sostenibles legalmente autorizados. Lo que resulta innegable es que cientos de miles de hectáreas de bosque se han perdido a causa de la tala, quemas, cambio de uso de suelo para agricultura o pastizales e incluso a causa de plagas.
Una de las etimologías más reconocidas del nombre Guatemala es, precisamente, “lugar de árboles”, a causa de su proverbial riqueza de especies de flora. Pese a la destrucción, continúa siendo recurso natural de deslumbrante belleza y de gran potencial productivo. El ecoturismo es una apuesta nacional que genera millones de dólares al año para países como Costa Rica o Panamá, que han apostado por la conservación. Los beneficios van más allá de los ingresos, pues también se garantiza la provisión de agua y la mejora en la calidad del aire.
Justo a partir de esa valoración del recurso forestal, diversas empresas y organizaciones privadas han promovido proyectos masivos de reforestación, tales como los patrocinados por Cementos Progreso, Energuate, Fundaeco y algunas universidades. En estos días está abierta la convocatoria de la iniciativa Reforestando Guatemaya, impulsada por la Fundación Esquipulas desde el 2008, la cual tiene para este año la meta de plantar seis millones de árboles en más de 661 puntos de 76 municipios, en 14 departamentos del país, para lo cual se espera el apoyo de voluntarios.
El próximo 29 de junio se desarrollará el acto simbólico de primera siembra en el parque ecológico Cayalá, pero lo más importante serán las subsecuentes actividades de plantación de nuevos bosques, que son una verdadera raíz de esperanza. Resulta importante destacar que esos emprendimientos tienen un sentido de pertinencia ecológica; es decir, que se plantan especies oriundas de las respectivas regiones, a fin de que encajen en el perfil climático. Además, se genera con esas jornadas un sentido de identidad y solidaridad, experiencia que enriquece sobre todo a niños y jóvenes.
Se deben resguardar, de urgencia nacional, las áreas de reserva natural que aún le quedan al país. El Estado debe frenar las invasiones de cualquier tipo, las cuales con frecuencia son fomentadas por grupos del crimen organizado. El pulmón mundial de la Biosfera Maya se encuentra bajo constante presión. Es un patrimonio insustituible que, además de la riqueza biológica, encierra un tesoro arqueológico maya que ningún otro país posee. Esto trae a colación otro territorio en riesgo: la Cuenca del Mirador, entre Guatemala y México, que debería ser declarada cuanto antes como el primer santuario natural de la región, a fin de potenciar su preservación y aprovechamiento como destino ecoarqueológico de talla mundial. Quizá alguno de los candidatos presidenciales que van a segunda vuelta se anime a comprometerse con este cometido, antes de que sea tarde y solo queden las cenizas y los lamentos estériles.